nov
2
Ya se sabe que sonreír es bueno para la salud. Pero sonreír sin ganas, por obligación, para no atemorizar y espantar a los clientes, puede inducir a beber alcohol. Un equipo de las universidades de Pensilvania y de Buffalo, en Estados Unidos, ha estudiado los hábitos de consumo de las personas que trabajan atendiendo a otras: dependientes de comercios y bares, centros de atención telefónica, enfermeras y profesores de colegios.
Según publican este mes en Journal of Occupational Health Psychology, han encontrado un vínculo entre quienes simulaban o amplificaban regularmente las emociones positivas o reprimían las negativas y el consumo excesivo de alcohol después del trabajo. “Cuanto más tienen que controlar las emociones negativas en el trabajo, menos pueden controlar su consumo de alcohol al acabar la jornada”, dice Alicia Grandey, profesora de psicología en Pensilvania.
Su hipótesis es que al simular o suprimir emociones, se está abusando del autocontrol, y ya no les quedaría dosis suficiente para regular la cantidad de alcohol que beben. “Sonreír en el trabajo parece algo realmente positivo, pero hacerlo todo el día puede ser agotador”.
Para el estudio entrevistaron a 1 592 trabajadores de la Encuesta Nacional de Estrés y Salud en el Trabajo. Los datos incluían información sobre la frecuencia con la que fingían o suprimían las emociones, la llamada “actuación superficial”, así como la frecuencia y la cantidad de alcohol que tomaban después del trabajo. También midieron la impulsividad personal y la autonomía laboral. Los empleados que más interactuaban con el público bebían más que la media.
La relación variaba en función del autocontrol de cada uno y de su trabajo. “Las enfermeras, por ejemplo, pueden amplificar o simular sus emociones por razones claras”, añade Grandey. “Están tratando de consolar a un paciente o construir una relación sólida. Pero alguien que finge emociones para un cliente esporádico puede que no lo vea tan gratificante, y en última instancia sea más agotador. Si eres impulsivo o te dicen constantemente cómo hacer tu trabajo, puede ser más difícil controlar tus emociones todo el día, y cuando llegas a casa, ya no tienes voluntad ni fuerzas para rechazar una bebida”, a la que, esta vez sí, se sonríe con sinceridad y alevosía.
noviembre 01/ 2022 (Diario Médico)