En un primer estudio exploratorio, un equipo de médicos israelíes probó el uso del trasplante de microbioma vaginal (VMT) de donantes sanas para curar para enfermos que sufren de vaginosis bacteriana (VB) sintomática, intratable y recurrente. Asistieron tres donantes y cinco receptoras con vaginosis bacteriana resistente a antibióticos. En cuatro de cinco mujeres, los médicos lograron curar la enfermedad, y no encontraron ningún efecto adverso en ninguna de ellas. El trabajo se publicó en la revista Nature Medicine.

La VB es una infección bacteriana que ocurre cuando se pierde el equilibrio entre los diferentes tipos de bacterias saludables que proliferan dentro de la vagina. Ocurre, según diversas estimaciones, en una de cada tres o cuatro mujeres en edad reproductiva. La prevalencia de VB oscila entre el 22,6–24,7 % (IC95 %) y se asocia con un mayor número de parejas sexuales en los últimos 12 meses. Sus manifestaciones pueden ser muy diferentes: desde una ausencia aparente de síntomas hasta un flujo vaginal delgado y abundante, con fuerte olor a pescado; acompañado de picazón o ardor, aunque muchas personas no sienten irritación ni incomodidad. Además, la VB es un factor de riesgo para patologías más graves, como complicaciones del embarazo y vulnerabilidad a infecciones de transmisión sexual.

Transplante de microbiota vaginal, similar a trasplante fecal

En casos severos, la vaginosis a menudo no se puede curar por completo: a pesar del tratamiento con antibióticos, la enfermedad regresa dentro de un mes en el 30 % de los casos y dentro de un año en el 50-70 %. Probablemente se pueda hacer frente a la vaginosis trasplantando microbiota de una donante sana, en un proceso similar al de los trasplantes fecales, que ya se usan para tratar infecciones intestinales.

Ahinoam Lev-Sagie y sus colegas del Centro Médico de la Universidad Hebrea de Hadassah en Jerusalén realizaron los primeros ensayos clínicos de dicho trasplante. En la serie de casos, cinco enfermas fueron tratadas, y en cuatro de ellas el trasplante se asoció con la remisión completa a largo plazo (esto significa, hasta el final del seguimiento a hecho hasta los 5 y 21 meses después). Esto fue reconocido como una marcada mejoría de los síntomas, mejora en la apariencia microscópica del fluido vaginal y reconstitución del microbioma vaginal que contiene Lactobacillus (bacteria protectora).

Los científicos seleccionaron a tres donantes sanos a quienes se les ordenó abstenerse de tener relaciones sexuales durante la semana anterior al trasplante. Como receptores, los médicos encontraron cinco enfermas con vaginosis quienes no sanaron con tratamiento de antibióticos, y sin otras enfermedades en simultáneo (concomitantes).

En el séptimo día del ciclo menstrual, se tomó líquido vaginal de donantes, se diluyó en solución salina estéril y se introdujo en la vagina de las receptoras. Después de esto, las enfermas fueron examinadas todas las semanas durante el primer mes, y luego una vez al mes para repetir el trasplante si se consideraba necesario.

Las primeras dos enfermas notaron mejoría inmediatamente después del trasplante. Más tarde, los médicos no encontraron ningún rastro de vaginosis en ellas: se mantuvieron saludables hasta el último examen, al quinto y onceavo mes después del trasplante, respectivamente.

La tercera enfermas dijo que se sentía bien, pero los médicos no encontraron ninguna mejora en ella. Se sometió a otro trasplante, después del cual permaneció sana durante cuatro meses, y luego volvieron los síntomas de la vaginosis. Los autores del estudio decidieron cambiar el donante, y después del tercer trasplante, los síntomas desaparecieron al menos al onceavo mes.

La cuarta enferma también necesitó tres trasplantes para lograr la remisión, sin embargo, todos de una misma donante. En cuanto a la quinta enferma, la recuperación completa no llegó: a pesar de dos trasplantes, la microbiota de su vagina permaneció en un estado de transición entre la composición normal y las características patológicas de la vaginosis.

Los autores de los ensayos no encontraron ningún síntoma adverso del tratamiento en sus enfermas. Sin embargo, señalan que el procedimiento puede conllevar ciertos riesgos. En primer lugar, es necesario verificar la ausencia de cepas resistentes a los antibióticos en el microbioma del donante para que la historia del trasplante fecal (que recientemente condujo a la muerte de una enferma con inmunidad inmunosuprimida) no se repita.

En segundo lugar, es importante asegurarse de que no haya espermatozoides en el fluido vaginal para evitar embarazos no deseados. Además, los médicos señalan que puede haber otras complicaciones del procedimiento que no fueron detectadas debido a la pequeña muestra.

Anteriormente, los científicos propusieron modificar genéticamente  las bacterias vaginales para que secreten anticuerpos protectores y por lo tanto neutralicen las partículas de virus de inmunodeficiencia humana (VIH), reduciendo el riesgo de infección.

octubre 23/2019 (nmas1.org)

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