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Un estudio ha demostrado que la adquisición del miedo depende del contexto lingüístico: la respuesta del cerebro al miedo no es la misma si el ser humano se asusta en su lengua materna o en un idioma extranjero, aunque el nivel de conocimiento de éste sea muy elevado.
En el experimento, un grupo de 54 estudiantes universitarios tenía que contar hacia atrás mientras se les mostraban cuadrados de dos colores. Se les explicó que con cada aparición de las figuras de uno de los dos colores, recibirían pequeñas descargas eléctricas, lo cual era mentira.
La mitad de los participantes jugaba en su lengua nativa (castellano), y la otra mitad en inglés, idioma en el cual tenían un buen nivel. Para evaluar sus reacciones, los investigadores midieron tanto la dilatación de las pupilas de los participantes como la resistencia galvánica de la piel, que depende de la sudoración. Ambos son índices muy fiables del condicionamiento al miedo.
Los resultaron mostraron que quienes completaron el estudio en inglés experimentaban menos señales de miedo. La dilatación de las pupilas y la sudoración de la piel fue mayor en la lengua materna que en la lengua extranjera.
Según los autores, la reactividad emocional es menor en una lengua extranjera y esto facilita distanciarse con mayor facilidad de situaciones cargadas de contenido emocional.
Esa distancia que proporciona una lengua extranjera respecto a la fuente de tensión emocional podría aprovecharse como herramienta psicoterapéutica, convirtiendo la lengua en una herramienta al servicio de psicólogos y psiquiatras. eL estudio fue publicado por Sci Rep 2018.
mayo 9/2018 (neurologia.com)