Carmen Gómez Candela, jefe de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Hospital madrileño de La Paz, considera que el diagnóstico de la disfagia a sólidos puede ser «relativamente fácil si el paciente tiene unos síntomas muy claros y el médico de atención primaria conoce la enfermedad». Reconoce, no obstante, que hay casos en los que no todo está tan claro y que, por tanto, hay que derivar al hospital. En ese sentido, añade que en su centro tienen un equipo multidisciplinar de disfagia que es el que valora la existencia de la disfagia y su tipología «para luego investigar cuál es su causa, porque la disfagia es un síntoma de otras enfermedades o dolencias». Para despejar dudas en este sentido, DM y Nestlé Health Science colaboran para subrayar la importancia de la enfermedad y su correcto diagnóstico.

disfagia a sólidosEn el caso de la disfagia a sólidos, ésta suele ser síntoma de tumores y otras lesiones propias de la orofaringe, así como de acalasias y otros problemas esofágicos. También suele ser un síntoma claro del envejecimiento, ya que, como afirma Gómez Candela, «el propio acto de envejecer ya disminuye, entre otras cosas, la capacidad de masticación, la fuerza de movilidad de la lengua o la capacidad de deglutir».

Tres pruebas diagnósticas

En todo caso, y según la especialista, existen tres pruebas médicas que pueden facilitar el diagnóstico de la disfagia. En primer lugar estaría la más básica: el conocido como test de volumen-viscosidad. «En unas condiciones regladas al paciente se le van dando líquidos espesados en distintas consistencias para ver en qué momento falla la deglución». De esa forma, los médicos saben si la disfagia es a sólidos, a líquidos, a textura miel, a textura puding o cualquier otro tipo.

En una segunda instancia, estaría la prueba diagnóstica de videofluoroscopia, una especie de radiografía que toma un contraste para ver con detalle cómo se va haciendo todo el proceso de la deglución. Finalmente, estaría la exploración con endoscopia, realizada habitualmente por los otorrinolaringólogos, en la que también se puede observar con detalle cómo se realiza el proceso de deglución para ver en qué momento se produce el problema. Es una información de gran importancia, ya que dependiendo de qué tipo de disfagia se trate y de dónde se produce, el abordaje y el proceso de rehabilitación de los pacientes difiere.

«El rehabilitador, en este caso el foniatra o el logopeda, tiene que dar instrucciones muy precisas dependiendo de dónde esté el problema, ya que el programa de rehabilitación cambia, las posturas a la hora de comer no son iguales y los músculos que hay que reforzar tampoco son los mismos. En el esófago, por ejemplo, no hay rehabilitación posible, porque la musculatura es lisa y no responde a la voluntad de las personas, pero lo que tiene que ver con la masticación y los tramos altos de la deglución sí puede mejorar bastante con una adecuada rehabilitación».

Rehabilitación y nutrición

Una vez diagnosticada la disfagia, el tratamiento pasa por la rehabilitación, para intentar en la medida de lo posible revertir sus síntomas; así como por la nutrición, que adquiere especial importancia, ya que una de las complicaciones a las que están más expuestos los pacientes con disfagia a sólidos es a la desnutrición. Así lo corrobora Gómez Candela y refutan diferentes estudios. Sin ir más lejos, el texto Protein content of puréed diets: implications for planning, publicado en 2007 por Dahl, Whiting y Tyler en la revista canadiense de investigación y práctica dietética, concluía que las dietas elaboradas en casa para pacientes con disfagia eran nutricionalmente inadecuadas, tenían bajo aporte calórico y proteico y eran deficitarias en algún micronutriente como el hierro, el calcio o la vitamina C. Una conclusión a la que también habían llegado cinco años antes Rubio, Cabrerizo y Galaz en el Estudio comparativo y aleatorio entre la dieta triturada habitual hospitalaria frente a una fórmula hipercalórica e hiperproteica. Según sus datos, los pacientes con dieta triturada convencional no alcanzaban los requerimientos nutricionales en un 83 por ciento de los casos. La cifra descendía de forma drástica hasta el 38 cuando los pacientes con disfagia eran alimentados con preparados industriales.

Y todo ello pese a que, como apunta Gómez Candela, desde los hospitales se facilitan a los cuidadores y familiares de pacientes con disfagia «una serie de recomendaciones de cómo hacer un menú semanal y combinar los alimentos». Sin embargo, como añade, seguir esto no siempre resulta fácil. Por ello, en los hogares y hospitales, cada vez ha ganado más peso la alimentación industrial. «Todos los segundos platos de purés que servimos en La Paz son ya comerciales porque nos garantizan el nutriente más importante, las proteínas, y un contenido equilibrado en minerales, grasas y sal».

La opinión de Gómez Candela sobre los preparados industriales es bastante generalizada entre los expertos en disfagia. Así, Cristina Velasco y Pilar García-Peris, de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid, concluyen en un artículo publicado en 2014 en Nutrición Hospitalaria que los productos disponibles en el mercado presentan una serie de ventajas frente a las dietas trituradas de manera tradicional. Entre ellos, que «son fáciles de preparar y servir, aseguran un valor nutricional y una textura adecuada, y el riesgo sanitario es menor al necesitar menos manipulación».
noviembre 22/2017 (diariomedico.com)

noviembre 23, 2017 | Lic. Heidy Ramírez Vázquez | Filed under: Nutrición, Otorrinolaringología | Etiquetas: |

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