Las personas con demencia afectan directamente a sus familiares-cuidadores, y a la forma en que estos ven al enfermo. Un taller en el Hospital de Manises ha explicado cómo vencer los problemas de tener a una persona demente en casa.

 

demencia1El comportamiento de las personas con demencia mina la confianza de sus cuidadores y familiares e incluso el entendimiento de que detrás de esa situación sigue habiendo una persona, ya que ésta se convierte casi en un extraño para ellos. Por ello, es necesario reconducir la situación para que estos cuidadores-familiares entiendan la situación real que está viviendo el paciente y cómo afrontarla, además de reservarse tiempo para un descanso psicológico y físico de esa tarea, según ha explicado a DM Graham Stokes, psicólogo clínico y jefe de los Servicios de Psicología para personas mayores en la Healthcare NHS Foundation Trust de South Staffordshire y Shropshire.

Según Stokes, participante en un taller sobre el tema en el Hospital de Manises (Valencia), los pacientes con demencia son dependientes, pero el principal problema es que su situación hace que, en ocasiones, puedan ser violentos….»Ello genera que, en múltiples casos, los cuidadores-familiares digan «ése no es mi marido», «no es mi padre», porque se están comportando como nunca lo habían hecho. Y ello se traduce en que piensen lo que hace antes pensaban los profesionales de la salud: que esa persona no está ahí, que ha dejado una carcasa que solo hace que mostrar los síntomas de una enfermedad…». En su opinión, no es la dependencia lo que destruye el compromiso de las familias, sino el comportamiento de los afectados. Los familiares y cuidadores «han de comprometerse a lo que se llama el día de 36 horas y uno no puede cuidar así de un extraño o una serie de síntomas, si no vemos a la persona que hay detrás». Y en su opinión, ese cambio gira alrededor de la empatía: «Los profesionales tenemos que transmitirles éste es su esposo…su madre…y tiene una discapacidad intelectual que hace que ya no sea capaz de entender, de comprender dónde se encuentra….y por ello está asustado, disgustado…». Para Stokes, es fundamental que los especialistas transmitan la idea de evaluar la situación poniéndose en el lugar del afectado: «El cuidador puede y debe concebir cómo sería estar en un sitio que desconoce y donde no puede comunicar, hablar...de manera que uno se pueda hacer una idea de lo que puede significar esa situación para el paciente con demencia. Cuando eso se ha hecho, dejan de ver síntomas y la enfermedad y vuelven a ver a la persona». En este sentido, ha insistido, «siempre les digo a los cuidadores-familiares que solo pueden esperar de su ser querido con demencia lo que cabría esperar de nosotros si estuviéramos en su situación».

Egocentrismo
El especialista también ha recalcado la importancia de que cuidadores y familiares piensen y se centren en ellos mismos para evitar quemarse con el cuidado. «Eso no significa ser egoístas, sino egocéntricos si se quiere: si uno es egoísta, no le importan los demás, pero si uno es egocéntrico, piensa en uno mismo y también en los demás, ya que si queremos respeto, debemos mostrarlo por los demás». En la práctica, se trata de «darse tiempo para uno mismo» sin sentirse culpable. Esos paréntesis físicos y psicológicos para pensar, disfrutar de los placeres de la vida (ver la televisión, escuchar música…) y el apoyo de amigos, vecinos y familiares, entre otros, son los que ayudan a aguantar «esos días de 36 horas de cuidados» durante mucho tiempo.
febrero 5/2017 (diariomedico.com)

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