sep
13
Los investigadores del CONICET en La Plata lograron describir cómo la bacteria del coqueluche evade al sistema inmune. El hallazgo podría inspirar el diseño de nuevos antibióticos y vacunas.
Un trabajo liderado por científicos argentinos reveló nuevos trucos del “escondite biológico” de la bacteria del coqueluche, una enfermedad potencialmente mortal, sobre todo en bebé y niños, que afecta a cerca de 50 millones de personas a nivel mundial y que suele persistir a pesar de la administración de tratamientos.
“Nuestro trabajo constituye un aporte para el diseño futuro de nuevas estrategias preventivas y terapéuticas, ya que plantea caminos para explorar la creación de vacunas y antibióticos más efectivos”, indicó a la Agencia CyTA-Leloir la doctora María Eugenia Rodríguez, jefa del Laboratorio de Microbiología Celular y Desarrollo de Vacunas del Centro de Investigación y Desarrollo en Fermentaciones Industriales (CINDEFI), en la ciudad de La Plata.
Hasta 2010, los científicos creían que la bacteria Bordetella pertussis –causante de la enfermedad– era un patógeno que habitaba en el exterior de las células humanas. “Sin embargo, para nuestra sorpresa, descubrimos que ese microorganismo es capaz de sobrevivir dentro de macrófagos humanos, que son células del sistema inmune que debieran eliminarla”, explicó la investigadora del CINDEFI, que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Luego de un corto período, la bacteria es capaz de establecer una infección intracelular “compatible con lo que sería un nicho de persistencia”, agregó.
Ahora, un estudio realizado íntegramente por el grupo de Rodríguez, revela una serie de mecanismos moleculares por los cuales Bordetella pertussis evade las defensas inmunes y causa infecciones persistentes. Para ellos, realizaron estudios en muestras de macrófagos humanos infectados con la bacteria. Y descubrieron que el patógeno “tiene la capacidad de modular la respuesta microbicida e inflamatoria de la célula inmune que la hospeda, asegurando su sobrevida en ese nicho protegido”, indicó Rodríguez.
El trabajo fue publicado en la revista Pathogens and Disease, e identifica dos toxinas específicas de la bacteria, Ptx y CyaA, que actúan sobre los genes de las células invadidas y “manipulan” su respuesta para que no cumplan su función.
“Nuestros resultados sugieren que esta bacteria convierte al macrófago en un tipo particular, llamado M2, con características tales que lo vuelve más permisivo y débil”, puntualizó la científica del CONICET.
En la actualidad, el grupo de Rodríguez está realizando trabajos para explorar el diseño de vacunas y antibióticos efectivos que tengan a esos mecanismos biológicos como blanco terapéutico.
La coqueluche se transmite de persona a persona al toser o estornudar. Y se previene con dosis y refuerzos de vacunas incluidas en el calendario nacional de vacunación: la pentavalante, la cuádruple o la triple bacteria celular y acelular. En Argentina, se notificaron unos 9 000 casos durante 2015.
Del avance también participaron los doctores Hugo Valdez, Yanina Lamberti y Juan Pablo Gorgojo, y el becario doctoral Juan Marcos Oviedo, todos del CINDEFI.