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Las personas que pierden peso en las etapas tempranas de la enfermedad de Parkinson (EP) podrían sufrir una forma más grave del trastorno del movimiento, según un estudio llevado a cabo entre 2007 y 2013.
Los investigadores examinaron datos de 1 673 personas (64,2 % varones; edad media: 61,7 años) que habían sido diagnosticadas de EP en los cinco años anteriores. El 77 % de los pacientes mantuvieron el mismo peso de forma estable, mientras que un 9 % perdieron peso y un 14 % lo aumentaron en el período del estudio. Los resultados del estudio se encuentran publicados en JAMA Neurology
En comparación con las personas cuyo peso permaneció estable, los pacientes que perdieron peso tenían unos síntomas de la enfermedad que empeoraban con mayor rapidez. El empeoramiento más lento de los síntomas se observó entre los pacientes que aumentaron de peso. Las tasas de supervivencia fueron similares en los tres grupos, pero eso podría deberse a que todos estaban en las etapas tempranas de la EP.
Según los autores, los pacientes que experimentan una pérdida de peso temprana parecen tener una forma más grave y sistémica de la EP, quizá debido al involucramiento del sistema neuroendocrino o del sistema nervioso gastrointestinal, mientras que los que aumentan de peso podrían padecer una forma más leve de la enfermedad. No se sabe si mantener o aumentar el peso podría ralentizar la progresión de la EP.