Investigadores británicos han demostrado por primera vez que la administración de rivastigmina, muy empleada para tratar la demencia, estabiliza la marcha de los afectados por párkinson, lo que se traduce en menor riesgo de caídas.Un medicamento comúnmente recetado para la demencia, la rivastigmina, podría ser la clave para ayudar a prevenir las caídas en personas con párkinson. Publicados en «The Lancet Neurology«, los datos señalan que los pacientes con Parkinson que recibieron este fármaco fueron un 45 por ciento menos propensos a las caídas y caminaron de manera más firme en comparación con los del grupo placebo. Se estima que el 70 por ciento de las personas con esta enfermedad se caerá al menos una vez al año, con más de un tercio que experimentan caídas en varias ocasiones, lo que provoca fracturas e ingresos hospitalarios.

«Con la degeneración de las células nerviosas productoras de dopamina, las personas con párkinson a menudo tienen problemas de inestabilidad al caminar. Como parte del trastorno, también presentan niveles más bajos de acetilcolina, una sustancia química que ayuda a concentrarnos, haciendo muy difícil prestar atención al caminar», explica Emily Henderson, principal investigadora, del Centro de Investigación de Parkinson, y de la Universidad de Bristol, en el Reino Unido.

Necesidad insatisfecha

«La rivastigmina funciona para tratar la demencia mediante la prevención de la degradación de la acetilcolina. Sin embargo, nuestro estudio muestra, por primera vez, que también puede mejorar la regularidad de la marcha, la velocidad y el equilibrio. Se trata de un verdadero avance en la reducción del riesgo de caídas para las personas con párkinson».

Henderson y su equipo estudiaron a 130 personas con párkinson que se habían caído en el último año. Les dieron a la mitad del grupo pastillas de rivastigmina y a la otra mitad un placebo durante un periodo de ocho meses.

«Las personas afectadas por el párkinson, sus cuidadores y profesionales de salud y asistentes sociales dicen que la prevención de caídas y mejorar el equilibrio es la mayor necesidad insatisfecha de las personas que viven con la enfermedad, aparte de encontrar una cura», destaca Arthur Roach, director de Investigación de Parkinson de Reino Unido.

Hechos considerados simples, como subir escaleras o levantarse en medio de la noche para tomar un vaso de agua o ir al baño, son mucho más difíciles y más peligrosos cuando uno se puede caer fácilmente, como es el caso de los enfermos de párkinson. «Se corre el riesgo de graves fracturas que requieren asistencia e ingreso hospitalario de urgencia», agrega.

A su juicio, este ensayo muestra que puede haber medicamentos ya disponibles, que se utilizan para otros fines, que pueden probarse para ayudar a tratar el párkinson. Supone un paso más en la mejora de la calidad de vida y la búsqueda de mejores tratamientos para las personas con párkinson»,
enero 20/2016  (Diario Médico)  

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