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La fractura craneal evolutiva, también llamada absorción ósea postraumática o quiste leptomeníngeo, es una rara complicación de los traumatismos craneoencefálicos y ocurre de forma casi exclusiva en niños menores de 3 años.
Un reciente caso clínico se centra en un lactante de 6 meses que presentaba, dos meses después de un traumatismo craneal aparentemente banal, persistencia de cefalohematoma temporooccipital izquierdo sin otros signos.
El estudio de ecografía transfontanelar reveló un defecto óseo con herniación cerebral, y la tomografía computarizada y la resonancia magnética confirmaron, además, una fractura evolutiva. Se realizó resección del quiste encefalomeníngeo, cierre dural y reparación del defecto óseo con placas y material de lactato.
Tres meses después de la intervención, presentaba persistencia de colección líquida y se confirmó recidiva de la fractura evolutiva. Tras la reintervención, se colocó casco ortésico para evitar nuevas recidivas. Un año después del traumatismo, el enfermo continuaba asintomático.
Los autores creen que todo niño menor de 3 años con cefalohematoma postraumático debería ser revisado de forma periódica hasta comprobar la resolución de la colección, en particular si presenta fractura craneal.
La presencia de un cefalohematoma persistente más de dos semanas después de un traumatismo craneoencefálico debe hacer sospechar un proceso de fractura creciente, y son necesarias la reparación de la duramadre y una craneoplastia para su tratamiento.
La colocación de material reabsorbible permite su remodelación con el crecimiento craneal de los enfermos, pero su fragilidad conlleva riesgo de recidiva.
La colocación de un casco ortésico tras la intervención podría prevenir complicaciones
mayo 26/2015 (Revista de Neurología)