Investigadores de la Universidad Macquarie en Sydney, Australia, han realizado un estudio sobre las áreas del cerebro que podrían estar implicadas en el síndrome de muerte súbita infantil (SMSI). El trabajo, que se publica en The Journal of Physiology  (doi: 10.1113/jphysiol.2010.203794), examina áreas específicas del cerebro y cómo se comunican para controlar la respiración en base a anteriores estudios que planteaban anomalías cerebrales responsables de la muerte súbita infantil.

Según explica Paul Pilowsky, director del estudio, hasta ahora los centros cerebrales que coordinan la respiración y la deglución se conocían poco, pero esta investigación ha diferenciado los dos mecanismos en el cerebro, demostrando cómo funcionan en conjunto en presencia de un agente irritante.

Pilowsky añade que, si irritantes como la comida o el agua toman el camino incorrecto y entran en las vías respiratorias, se produce una potente respuesta protectora en el cerebro para detener la respiración y evitar que la materia entre en los pulmones. Las anomalías en este reflejo podrían subyacer a una variedad de condiciones que amenazan la vida, incluyendo el SMSI.

Este reflejo protector une las cuerdas vocales e inicia la tos y la deglución. Es vital para todo el mundo, pero los recién nacidos en particular tienen una tendencia a regurgitar los líquidos tras la alimentación y la saliva tiende a acumularse en su garganta. Es también arriesgado, sin la respiración el oxígeno en sangre puede disminuir a niveles peligrosos, la tasa sanguínea se enlentece y la sangre es redirigida al cerebro, privando y dañando potencialmente a otras áreas.

La coordinación temporal de la respiración y la deglución es extremadamente compleja, por lo que los investigadores sospechan que pueden presentar errores en el caso del SMSI, aunque para estar seguros necesitan saber cómo organiza el cerebro esta respuesta.

Los autores del estudio recrearon la respuesta del cerebro y el organismo ante la presencia de un irritante laríngeo utilizando estimulación eléctrica del nervio que lleva información de la laringe al cerebro para iniciar el reflejo de respuesta.

Al generar de forma artificial una respuesta y medir los neurotransmisores que indican cómo las diferentes regiones del cerebro se comunican entre sí, los investigadores esperan conocer mejor qué sucede en el cerebro para interrumpir el reflejo y producir que se detenga la respiración durante largos periodos.

El siguiente paso es descubrir por qué estas regiones “deciden” si la respiración debería detenerse. La esperanza está en  la posibilidad de tener la capacidad de manipular estos dos sistemas de forma separada para evitar una parada excesivamente prolongada de la respiración que podría causar el SIMS, concluye Pilowsky.

Madrid, abril 3, 2011 El Médico Interactivo

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