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Uno de cada cuatro médicos españoles tiene burnout o desgaste profesional derivado de su trabajo, lo cual afecta no solo a su propia salud, sino a la calidad de la asistencia que prestan, según un estudio de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII).
«La prevalencia del síndrome de burnout es alta en los médicos que trabajan en España», en concreto de un 24 %, según cifran los investigadores en una revisión sistemática y metaanálisis de 67 estudios que aglutinan a 16 076 participantes y que han publicado en la revista Gaceta Sanitaria.
Cataluña, Andalucía, Madrid y Comunidad Valenciana fueron las comunidades más representadas en los estudios, de los que más de la mitad (54 %) se realizaron en el ámbito hospitalario, el 37 % en atención primaria y el 9 % en ambos niveles.
Entre las medidas que podrían ayudar a combatir el burnout, el estudio plantea cambios en los patrones laborales, con más descansos, evitar trabajo fuera del horario laboral y conciliación con la vida personal; el desarrollo de herramientas de gestión emocional; el fomento del soporte social por parte de compañeros de trabajo, familia y amigos, y la diversificación laboral con posibilidad de realizar diferentes tareas.
También hay que tener en cuenta el origen del burnout y el tipo de profesional al que afecta, ya que en atención primaria suele relacionarse más con el trato a los pacientes, y en la residencia, con las características propias de esta etapa formativa.
El síndrome de desgaste profesional es un trastorno derivado del estrés crónico que las personas pueden sufrir en su trabajo.
Se caracteriza por tres síntomas: cansancio emocional, que genera agotamiento ante exigencias laborales por las que no se siente atractivo; despersonalización, que provoca distanciamiento en el trato e incluso rechazo hacia las personas del ámbito laboral; y falta realización personal, que genera una actitud negativa, irritabilidad, baja productividad y escasa autoestima.
Los médicos «son una población en riesgo de padecer burnout por el tipo de trabajo y la implicación emocional que este requiere; sus consecuencias no se limitan a la salud de los profesionales, sino también a la calidad de la atención prestada y a la propia organización.
Por ejemplo, algunos estudios y revisiones arrojan que este trastorno estaría asociado con una disminución del desempeño profesional, problemas de seguridad del paciente y una menor satisfacción de las personas usuarias.
Incluso se ha llegado a afirmar que «se está convirtiendo en un problema social y de salud pública que lleva asociado un gran coste económico».
De hecho, un estudio realizado en Canadá comprobó que, en una población de 70 000 médicos, con una prevalencia de burnout del 21%, los costes asociados a este problema ascendían a 213,1 millones de dólares -185,2 millones por jubilaciones anticipadas y 27,9 millones por reducciones de jornada-.
«Sería interesante realizar futuros estudios que valoraran el impacto económico del síndrome de burnout en médicos de España, donde existen 136 344 médicos trabajando en el Sistema Nacional de Salud, utilizando los resultados de prevalencia hallados en el presente trabajo», subrayan sus autores.
La investigación también ha analizado diversas variables y subgrupos, según la calidad de los estudios revisados, el ámbito de trabajo, la categoría profesional, la especialidad médica ejercida y momento de realización del estudio con respecto al inicio de la pandemia de Covid-19, sin que se hayan observado «cambios estadísticamente significativos» en las prevalencias.
23 abril 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2023. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia