gotaUn estudio realizado por dirigido conjuntamente por investigadores de las Universidades de Glasgow, Oxford y KU Leuven, en Reino Unido, revela que tener gota está relacionado con hasta un 58 por ciento más de riesgo de padecer alguna enfermedad cardiovascular; además observan que estos riegos son aún mayores en mujeres y menores de 45 años. La nueva investigación, que analizó los registros médicos de más de 860.000 personas, ha sido publicada en ‘Lancet Rheumatology’.

Estudios anteriores han relacionado la gota con el riesgo de enfermedad cardiovascular, pero esta es la primera vez que los investigadores analizan una amplia gama de enfermedades afectadas en un estudio a tan gran escala.

La gota, una afección extremadamente dolorosa que provoca hinchazón y enrojecimiento de las articulaciones, es uno de los tipos de artritis inflamatoria más comunes en el mundo. Es más común en hombres y personas mayores, pero también puede afectar a mujeres y personas más jóvenes, y es causada por una acumulación de ácido úrico en el cuerpo que conduce a la formación de pequeños cristales alrededor de las articulaciones.

Los resultados muestran que las personas con gota tenían un riesgo general mayor de enfermedad cardiovascular que aquellas sin la afección. En particular, las mujeres con gota tenían un riesgo relativo 88 por ciento mayor de enfermedad cardiovascular en comparación con las mujeres sin gota. Para los hombres con gota, el riesgo de enfermedad cardiovascular era un 49 por ciento mayor en comparación con aquellos sin gota.

Aunque el riesgo absoluto de enfermedad cardiovascular aumenta con la edad, este estudio muestra que la gota parece amplificar este riesgo en mayor medida en personas más jóvenes (<45 años) que en personas mayores, de modo que una persona joven con gota tiene más del doble de riesgo de enfermedad cardiovascular que una persona de edad similar sin gota. Este mayor riesgo se observó en las 12 enfermedades cardiovasculares estudiadas en la investigación, incluida la insuficiencia cardíaca, la cardiopatía isquémica, las arritmias, las enfermedades valvulares y el tromboembolismo venoso. Además, los pacientes con gota tenían un indice de masa corporal (IMC) más alto que los controles comparables y una prevalencia notablemente mayor de otras afecciones de salud, incluidas la enfermedad renal crónica y la presión arterial alta.

Los investigadores dicen que estos nuevos hallazgos sugieren que identificar e implementar estrategias para reducir el riesgo cardiovascular en personas con gota debería ser ahora una prioridad, tanto para futuras investigaciones como para la práctica clínica. ‘Los resultados actuales complementan un gran conjunto de evidencia de importantes beneficios cardiovasculares riesgos asociados con la gota, así como con otras afecciones inflamatorias inmunomediadas’, señala la autora principal del artículo, la doctora Nathalie Conrad, con base en la KU Leuven en Bélgica, e investigadora honoraria de la Universidad de Glasgow y la Universidad de Oxford. Hasta la fecha, afirma, ‘estas afecciones se consideran con menos frecuencia en las guías de prevención de enfermedades cardiovasculares y en las puntuaciones de riesgo, y tampoco existen medidas de prevención específicas para estos pacientes.

Estos datos sugieren que esto podría necesitar cambiar, y la comunidad clínica podría necesitar considerar la detección y prevención de enfermedades cardiovasculares como una parte integral del tratamiento de la gota’. Por su parte, la primera autora del artículo, la doctora Lyn D Ferguson, consultora y profesora clínica honoraria de la Universidad de Glasgow, afirma que ‘este trabajo destaca la importancia de detectar y controlar una variedad de enfermedades cardiovasculares en personas con gota. La gota podría considerarse una afección metabólica y su tratamiento debería incluir abordar el corazón y el peso corporal además de las articulaciones’. ‘Los datos de alta calidad utilizados cuidadosamente nos están ayudando a determinar factores de riesgo comunes, como la obesidad, para muchas afecciones, así como riesgos de enfermedades futuras. Es necesario investigar en el futuro si la pérdida de peso intencional ayuda a prevenir o revertir la gota’, añade el coautor principal, el profesor Naveed Sattar, de la Universidad de Glasgow.

20 febrero 2024 | Fuente: Europa Press| Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A

febrero 20, 2024 | gleidishurtado | Filed under: Problemas de Salud, Reumatología, Riesgo a la Salud, Salud | Etiquetas: , , , |

Los hospitales Vall d’Hebron de Barcelona y Gregorio Marañón de Madrid son los dos centros de agudos españoles que van a participar en un estudio clínico multicéntrico e internacional de fase Ib/IIa (para comprobar la seguridad y efectos) de una terapia CAR-T (de células T con receptores quiméricos de antígenos) comercial, de Novartis, para 12 pacientes de entre 18 y 65 años de edad, refractarios (no responden a terapias habituales) y graves con lupus eritematoso sistémico (LES).

Los participantes serán tratados también en hospitales de Francia, Alemania, Australia y, posiblemente (dependiendo de la autorización de la FDA), de Estados Unidos. El hospital barcelonés ha informado hoy en rueda de prensa de que ya ha reclutado al primero de los 12 pacientes previstos, que iniciará el proceso para poder ser tratado con la CAR-T el próximo lunes 27 de marzo.

Este estudio es posible gracias a uno previo del Hospital Universitario de Erlangen, de Alemania, publicado a finales del año pasado, que demostró con una CAR-T desarrollada por el propio centro la remisión del LES en cinco pacientes. Tras la infusión de la terapia celular, el seguimiento de esos pacientes (de 3 a 17 meses) confirmó que todos experimentaron una mejoría de los síntomas, incluida la remisión de la afectación de órganos internos, así como la desaparición de los autoanticuerpos relacionados con la enfermedad, sin necesidad de seguir recibiendo terapias convencionales para poder controlarla. Los pacientes no solo mejoraron rápidamente sus síntomas, sino que también perdieron la autoinmunidad asociada al LES.

El equipo del Vall d’Hebron implicado en el estudio de la CAR-T de Novartis ha pedido “precaución” ante ese estudio alemán, puesto que requiere más tiempo de seguimiento de los pacientes tratados de esta forma. Habría que seguirlos al menos durante 15 años para conocer la evolución en el largo plazo, ha precisado.

La LES es una enfermedad reumática autoinmune sistémica de control complejo que, de acuerdo con datos de la Sociedad Española de Reumatología, afecta a 75.000 pacientes en España. Su causa es desconocida y se presenta en brotes, más o menos suaves, que provocan inflamación y daño en articulaciones, en músculos y en otros órganos como piel, riñones, corazón y pulmones, entre otros.

Según el equipo del Vall d’Hebron, en un 20-30% de los afectados no se consigue controlar la enfermedad y eso tiene implicaciones a largo plazo principalmente a causa del uso de corticoides que provocan, con el tiempo, daños irreversibles. Otros datos relevantes de este problema son que 9 de cada 10 pacientes son mujeres y que la LES se diagnostica habitualmente entre los 20 y los 40 años de edad.

La terapia CAR-T se está usando ya para tratar algunos tipos de tumores o enfermedades hematológicas, como linfomas o leucemias. Consiste en extraer células del sistema inmunitario de los pacientes, en este caso las células T, que se modifican genéticamente para que expresen un receptor de antígeno quimérico (CAR) y posteriormente se vuelven a infundir al paciente.

Abril 23/2023 (Diario Médico) – Tomado de Reumatología – Estudio clínico  Copyright Junio 2018 Unidad Editorial Revistas, S.L.U.

Un proyecto de investigación internacional, en el que participa la Universidad de Oviedo, ha permitido identificar el papel concreto de los interferones como marcador clínico en el abordaje del lupus eritematoso sistémico (LES) para predecir la respuesta al tratamiento, así como otras posibles aplicaciones en diferentes enfermedades reumáticas y musculoesqueléticas.

Si bien existen numerosos trabajos que estudian desde hace décadas el papel de los interferones en diversas patologías de este tipo, como lupus eritematoso sistémico (LES), artritis reumatoide, esclerosis sistémica o síndrome de Sjögren, entre otras, su utilidad en la clínica ha quedado muy limitada por la falta de evidencia científica robusta en una dirección concreta, según Javier Rodríguez-Carrio, profesor del área de Inmunología de la Universidad de Oviedo y autor principal de este estudio, que acaba de ser publicado en Annals of the Rheumatic Diseases.

Para tratar de dar respuesta a este interrogante, un grupo internacional de investigadores desarrolló un proyecto al amparo de la Alianza Europea de Asociaciones de Reumatología (Eular), organismo de referencia en reumatología a nivel europeo, y que ha sido coordinado desde la Universidad de Leeds (Reino Unido), el centro médico Erasmus (Países Bajos) y con participación de la Universidad de Oviedo.

El proyecto se desarrolló en dos fases. Inicialmente se realizó una revisión sistemática de toda la literatura científica al respecto, con identificación de más de 10.000 trabajos científicos que abarcaban diferentes aplicaciones de los interferones en 11 enfermedades reumáticas y musculoesqueléticas, de los cuales 400 fueron los que cumplieron con los criterios de calidad necesarios para ser incluidos en esta revisión. En una segunda fase, el grupo de investigadores desarrolló un trabajo de consenso y elaboración de recomendaciones siguiendo una metodología definida basada en la evidencia.

¿Por qué tantos estudios sobre interferones?

«El primer resultado que nos sorprendió fue la enorme cantidad de ensayos propuestos para analizar los interferones», señala Javier Rodríguez-Carrio, quien explica que esto es debido en parte a que estos mediadores pueden no solo ser analizados por sus niveles, es decir, la cantidad de moléculas, sino también por sus efectos a nivel molecular y celular, o lo que es lo mismo por el tipo de respuesta que inducen sobre diversos biológicos.

Este hecho limita «enormemente la comparación entre diferentes tipos de ensayos y dificulta su estandarización» explica Javier Rodríguez-Carrio.

Esta fase sirvió además para señalar los posibles usos clínicos para los que existe un mayor respaldo científico, así como apuntar aquellas aplicaciones para las que se requiere más investigación.

«Uno de los objetivos de este trabajo era señalar específicamente qué huecos encontrábamos en la literatura científica y qué necesidades clínicas no cubiertas requerían más investigación y para qué patologías en concreto», señala el investigador. En esta fase, los investigadores concluyeron que los ensayos para medir interferones pueden tener un uso válido, sobre todo, en pacientes de lupus eritematoso sistémico (LES) para ciertas decisiones clínicas, así como en pacientes con miositis para algunos usos más concretos. La evidencia en otras patologías, como la artritis reumatoide, era menor pero enormemente prometedora».

En la segunda fase, el grupo de trabajo elaboró una lista de recomendaciones que permiten guiar desde el uso y elección racional de estos ensayos, hasta la publicación y análisis de los resultados, pasando por la recomendación de qué aplicaciones pueden ser aconsejables y cuáles no están avaladas por la literatura científica

Abril 25/2023 (Diario Médico) – Tomado de Inmunología – Estudio español en ‘Annals of the Rheumatic Disease  Copyright Junio 2018 Unidad Editorial Revistas, S.L.U.

 

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