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Un grupo de destacados expertos científicos de Estados Unidos, América Latina, África y el sur de Asia ha publicado un informe en el que exponen fundamentos científicos para tomar medidas que detengan la próxima pandemia evitando la propagación de patógenos de los animales a las personas.
El documento sostiene que las inversiones en el control de brotes, como las pruebas de diagnóstico, los medicamentos y las vacunas, son fundamentales pero insuficientes para hacer frente al riesgo de pandemia.
«Para controlar la COVID-19, ya hemos gastado más de 6 billones de dólares en lo que pueden resultar ser las tiritas más caras jamás compradas, y por mucho que gastemos en vacunas, nunca podrán inocularnos completamente contra futuras pandemias.
Debemos tomar medidas que impidan el inicio de las pandemias, deteniendo el contagio de enfermedades de los animales a los humanos. Cuando lo hagamos, también podremos ayudar a estabilizar el clima del planeta y a revitalizar su biosfera, dos aspectos esenciales para nuestra salud y bienestar económico», apunta el doctor Aaron Bernstein, director interino del Centro para el Clima, la Salud y el Medio Ambiente Mundial de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de la Universidad de Harvard (Estados Unidos).
Investigaciones anteriores del doctor Bernstein y sus colegas descubrieron que los costos de la prevención de la próxima pandemia, mediante la reducción de la deforestación y la regulación del comercio de animales salvajes, son de tan solo 22 000 millones de dólares al año, el 2 por ciento de los costos económicos y de mortalidad de la respuesta a la pandemia de COVID-19.
El grupo de trabajo evidenció que la propagación de posibles patógenos pandémicos se produce a partir de las operaciones ganaderas; la caza y el comercio de animales salvajes; el cambio en el uso del suelo (y la destrucción de los bosques tropicales en particular); la expansión de las tierras agrícolas, especialmente cerca de los asentamientos humanos; y la urbanización rápida y no planificada.
«El cambio climático también está reduciendo los hábitats y empujando a los animales terrestres y marinos a desplazarse a nuevos lugares, creando oportunidades para que los patógenos entren en nuevos huéspedes», añaden estos científicos.
La agricultura está asociada a más del 50 por ciento de las enfermedades infecciosas zoonóticas que han aparecido en el ser humano desde 1940. «Con el crecimiento de la población humana y el aumento de la inseguridad alimentaria a causa de la pandemia, las inversiones en agricultura sostenible y en la prevención del desperdicio de cultivos y alimentos son fundamentales para reducir las pérdidas de biodiversidad, conservar los recursos hídricos y evitar más cambios en el uso de la tierra, al tiempo que se promueve la seguridad alimentaria y el bienestar económico», indican.
Una de las principales recomendaciones del grupo de trabajo es que se aprovechen las inversiones en el fortalecimiento del sistema sanitario y en ‘Una sola salud’ para avanzar conjuntamente en la conservación, la salud animal y humana y la prevención de los efectos secundarios.
Un ejemplo exitoso de este modelo integrado es el de Borneo, donde una década de trabajo dio como resultado una reducción del 70 por ciento en la deforestación y proporcionó acceso a la atención sanitaria a más de 28 400 pacientes y una disminución sustancial de enfermedades como el paludismo, la tuberculosis y otras enfermedades comunes de la infancia.
agosto 18/2021 (Europa Press) – Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.