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La combinación de ambos factores, el nivel de citoquinas inflamatorias existentes en la sangre y uso de cannabis, ya sea diario o durante la adolescencia, eleva las posibilidades de desarrollar este trastorno.
La presencia de proteínas inflamatorias (citoquinas) en la sangre puede potenciar los efectos del uso diario de marihuana y aumentar el riesgo de desarrollar psicosis entre los adultos. Este resultado se observó también en presencia de citoquinas cuando se consumió la droga durante la adolescencia. Los trastornos de esta índole comprenden síntomas tales como delirios, que incluyen la pérdida del sentido de la realidad, y alucinaciones como la escucha de voces, aparte de alteraciones cognitivas y perjuicios sociales.
Un grupo de científicos de la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto, de la Universidad de São Paulo (FMRP-USP), en Brasil, dio a conocer esta conclusión en un artículo publicado en la revista Psychological Medicine.
Los investigadores detectaron por primera vez que personas expuestas a la combinación de estos dos factores, la presencia de citoquinas inflamatorias en la sangre y el consumo de marihuana (ya sea diario o durante la adolescencia), tienen más probabilidades de desarrollar este trastorno cuando se las compara con personas no expuestas a ninguno de estos factores o a uno solo de ellos. Según los autores, se trata de la “primera evidencia clínica de que la desregulación inmunológica modifica la asociación entre la marihuana y la psicosis”.
Este trabajo forma parte de un proyecto desarrollado por el consorcio internacional multicéntrico European Network of National Schizophrenia Networks Studying Gene-Environment Interactions (EU-GEI), que abarca a 17 centros de seis países, Brasil inclusive. En 2019, este consorcio había publicado un artículo en la revista The Lancet Psychiatry, donde apuntaba que el consumo diario de marihuana aumenta en promedio hasta tres veces las posibilidades de surgimiento de psicosis.
En el estudio reciente, los investigadores analizaron datos de 409 personas, entre pacientes que padecieron el primer episodio psicótico e individuos del grupo control pertenecientes a la comunidad, con edades entre 16 y 64 años, que constituyen la muestra de Ribeirão Preto y de otros 25 municipios de la zona. Se contemplaron variables tales como el patrón de consumo de marihuana (diario, no diario o nunca), el tiempo de consumo (mayor o menor que cinco años) y si se empezó a consumirla durante la adolescencia o después.
Aparte de la aplicación del cuestionario de experiencia con la marihuana, se midió el nivel de diversas citoquinas plasmáticas presentes en la sangre de los voluntarios, utilizadas para efectuar el cálculo de un puntaje inflamatorio que representase el perfil inflamatorio sistémico de los participantes. También se recabaron datos clínicos y socio demográficos, especialmente los conocidos como variables de confusión (edad, sexo, escolaridad, etnia, índice de masa corporal y consumo de tabaco y de otras sustancias psicoactivas). Los resultados obtenidos fueron independientes de las variables de confusión.
“No todas las personas que consumen marihuana desarrollan psicosis. Esto indica que otros factores, ya sean biológicos, genéticos o ambientales, pueden modificar esa asociación.
En un estudio anterior, durante mi maestría, detectamos la relación entre las citoquinas plasmáticas y el primer episodio psicótico. Con ese descubrimiento y la publicación reciente del consorcio, en la cual se registra la mayor incidencia de psicosis entre quienes consumen diariamente esta sustancia, nuestro próximo paso consistió en verificar si el factor biológico [el perfil inflamatorio] estaría alterando la asociación entre la marihuana y la psicosis”, explica Fabiana Corsi-Zuelli, primera autora del artículo.
Y Corsi-Zuelli añade: “Encontramos una interacción estadística significativa entre el perfil inflamatorio de los participantes y el consumo diario de la droga, o en la adolescencia. En síntesis, los resultados indican que las disfunciones en el sistema inmunológico pueden modificar la asociación entre el consumo de marihuana y el desarrollo de psicosis, de manera tal que la combinación de ambos factores aumenta las posibilidades de surgimiento del trastorno”. Corsi-Zuelli es doctoranda del Programa de Posgrado en Neurología y Neurociencias de la FMRP-USP y cuenta con el apoyo de la FAPESP.
La profesora Cristina Marta Del-Ben, del Departamento de Neurociencias y Ciencias del Comportamiento de la FMRP-USP y directora del trabajo, destaca que las psicosis poseen diversos factores de riesgo, que van desde los biológicos, tales como la predisposición genética y los problemas durante la gestación, hasta los ambientales, entre ellos las experiencias traumáticas durante la infancia y la adolescencia y la exposición a sustancias psicoactivas, la marihuana fundamentalmente.
“Poco es lo que se sabe todavía acerca de los mecanismos de esta enfermedad. Nuestros resultados muestran que el consumo de marihuana frecuente y en la adolescencia constituye un factor de riesgo para el desarrollo de la psicosis. No hallamos la misma asociación en cuanto al consumo eventual o recreativo. En el estudio multicéntrico, que incluyó a ciudades europeas con mayor diversidad de tipos de marihuana disponibles, verificamos también que el riesgo de padecer psicosis es mayor entre usuarios de la droga de alta potencia, con THC [delta 9-tetrahidrocannabinol] igual o superior al 10 %”, dice la profesora.
El THC es el principio activo responsable de los efectos psicoactivos de la marihuana.
Para la medicina, la psicosis se traduce como un síndrome neuropsiquiátrico relacionado con alteraciones anatómicas y funcionales del cerebro. Puede estar vinculada a modificaciones en la acción de un neurotransmisor (la dopamina) importante en la comunicación entre neuronas. El exceso de dopamina o el daño directo en algunas áreas cerebrales puede provocar alucinaciones, delirios y conductas desorganizadas.
Otros neurotransmisores, tales como los del sistema glutamatérgico, también han sido relacionados con la neurobiología de las psicosis. Actualmente se discute la interconexión neuroinmune, en particular de qué manera la desregulación del funcionamiento del sistema inmunológico puede generar alteraciones neuroquímicas, morfológicas y conductuales, elevando así el riesgo de desarrollo de trastornos psiquiátricos.
Los síntomas psicóticos pueden estar presentes en diversos trastornos psiquiátricos, ya sean afectivos o no. Más recientemente, diversos estudios han venido apuntando la existencia de casos de psicosis entre pacientes contaminados con el SARS-CoV-2. El tratamiento de este trastorno comprende una combinación de medicamentos, terapias psicológicas y apoyo familiar.
Los próximos pasos
Corsi-Zuelli remarca que el origen de las alteraciones inflamatorias en las psicosis es oscuro aún, pero puede provenir de una combinación entre genes y el ambiente. “La inflamación que se observa en los trastornos psiquiátricos está caracterizada como de bajo grado, no como en los niveles vistos en pacientes con enfermedades autoinmunes o sepsis. No obstante, es una desregulación suficiente como para derivar en alteraciones neuroquímicas y conductuales, tal como lo sugieren los estudios experimentales”, explica la doctoranda.
Según la investigadora, la propuesta ahora consiste en trabajar con variantes genéticas asociadas al sistema inmunológico, analizar datos de neuroimágenes y evaluar la relación de los mismos con factores de riesgo ambientales para poder avanzar en el tema. “Este abordaje de interacción genes-ambiente ayudará a entender la neurobiología de la enfermedad, especialmente en lo concerniente a la participación del sistema inmunológico”, afirma.
La doctoranda sostiene que la asociación entre la inflamación y los trastornos psiquiátricos es de gran relevancia clínica y ha venido siendo objeto de una atención cada vez mayor. “No solamente pensando en alternativas para el tratamiento de estos trastornos, sino también como una forma de abordar cuestiones relacionadas con la salud física de los pacientes psiquiátricos, que a menudo se soslayan.”
Según Del-Ben, para las próximas etapas, se está desarrollando un trabajo en colaboración con el profesor Geraldo Busatto Filho, de la Facultad de Medicina con sede en el campus principal de la USP, a los efectos de investigar si ciertos marcadores inflamatorios en la sangre están relacionados con alteraciones encefálicas en parte de los pacientes de la muestra.
Esta investigación ha obtenido ya dos reconocimientos internacionales. Recibió un premio que destaca la labor de alumnos de doctorado (Predoctoral Research Award), concedido por la Society of Biological Psychiatry. El evento de entrega de estas distinciones tendría que haberse realizado en el año 2020 en Nueva York; pero, a causa de la pandemia de COVID-19, se postergó hasta abril de este año, y se concretó en forma virtual.
Y también fue seleccionada por la Schizophrenia International Research Society para su presentación durante su Congreso 2020, también realizado en modo online.
Aparte de la concesión de la beca a Corsi-Zuelli, la FAPESP apoyó esta investigación en el marco de otros cuatro proyectos: 2012/05178-0; 2013/11167-3; 2017/13353-0; 2018/07581-2.