Con la difusión de las aplicaciones de edición de fotos como Snapchat y Facetune, la perfección física que antes solo se veía en revistas femeninas ahora se aloja en las redes sociales. A medida que estas imágenes se popularizan, las percepciones de la belleza cambian, lo que puede afectar el autoestima y desencadenar trastorno dismórfico corporal, es decir, una preocupación excesiva por un defecto percibido en la apariencia física, escribe un equipo del Boston Medical Center (BMC) en el último número de JAMA Facial Plastic Surgery.
Los autores analizan varios estudios de adolescentes obsesionadas con su apariencia corporal y que usaban las redes sociales como medio de validar sus retoques fotográficos. La mitad de los cirujanos plásticos ha recibido pacientes que desean mejorar su apariencia en los selfis o autofotos. “Ha surgido un nuevo fenómeno llamado dismorfia de Snapchat”, dice Neelam Vashi, director del Ethnic Skin Center del BMC de la Universidad de Boston. “Personas que buscan ayuda en la cirugía para aparecer como las versiones tuneadas de ellos mismos”.
A su juicio, la cirugía, lejos de mejorar estos casos, empeora el trastorno subyacente por lo que recomienda intervenciones psicológicas como la terapia cognitivo-conductual. “Los selfis retocados pueden hacer que las personas pierdan el contacto con la realidad; algo especialmente dañino entre los adolescentes”. Vanitas, vanitatis que acaba en el diván del psiquiatra.
septiembre 10/2018 (diariomedico.com)