ago
12
El estudio, llevado a cabo por el Clínico de Valencia, confirma que el tratamiento no sólo salva el miocardio en riesgo de la zona infartada, sino que también evita la extensión de la cicatrización.
Científicos del Instituto de Investigación Sanitaria Incliva y del Servicio de Cardiología Hospital Clínico Universitario de Valencia han determinado que, tras tratar un infarto agudo de miocardio con reperfusión (procedimiento en el cual se abren las arterias bloqueadas para restablecer el flujo sanguíneo), la cicatrización se limita a la zona del infarto pero no a las regiones remotas al daño y se evita la fibrosis innecesaria del miocardio sano.
La investigación, publicada en el Journal of Cardiovasular Translational Research, la ha llevado a cabo el Grupo de Investigación Traslacional en Cardiopatía Isquémica, en colaboración con la Plataforma de Imagen Molecular y Metabolómica de Incliva y el grupo Eresa, según ha informado el Incliva en un comunicado.
Según el cardiólogo coordinador del grupo de investigación, Vicente Bodí, el estudio confirma «no sólo el efecto beneficioso de la reperfusión salvando el miocardio en riesgo de la zona infartada, sino también evitando la extensión de la fibrosis innecesaria (formación patológica de tejido fibroso) a zonas sanas». «Conocer mejor los procesos de la reparación del tejido tras un infarto y su modulación nos va a permitir mejorar la recuperación de los pacientes», han señalado desde el grupo de investigación.
Tras un infarto agudo de miocardio, el tejido dañado debe ser regenerado mediante la formación de una cicatriz fibrótica que permite sellar y reparar el tejido miocárdico perdido por el infarto, que es sustituido por colágeno. Este proceso es esencial para que el paciente se recupere ya que una reparación inadecuada de la zona del infarto puede provocar disfunción ventricular y la aparición de insuficiencia cardiaca.
La reperfusión coronaria «es clave para la llegada de células que fomentan la cicatrización. Sin embargo, este proceso puede extenderse de manera indeseable a zonas no afectadas por el infarto, lo cual a su vez puede ser perjudicial para el paciente», han explicado desde Incliva. Esto se había observado en modelos experimentales sin reperfusión coronaria.
La miembro del Grupo de Investigación y principal responsable del estudio, Arantxa Hervás, pretendía averiguar si esta fibrosis innecesaria en zonas no infartadas se producía en infartos tratados siguiendo la estrategia habitual actual de reperfusión coronaria en todos los casos.
«Hicimos tres abordajes diferentes todos ellos con recanalización coronaria tras la oclusión inicial: primero en un modelo animal al que se le indujo un infarto de miocardio; a continuación en muestras de miocardio obtenidas de autopsias de pacientes que habían sufrido un infarto y por último, mediante resonancia magnética cardiaca-T1 mapping (la técnica de imagen más novedosa para detectar fibrosis miocárdica), realizada a pacientes con infarto» ha explicado Bodí.
«En los tres niveles, se evaluó el grado de fibrosis en las áreas infartada y remota a distintos niveles: macroscópicamente, microscópicamente, expresión de genes marcadores de fibrosis así como por microimagen por resonancia magnética. Desde los tres diferentes abordajes, concluimos que el proceso de cicatrización se limitaba a la zona del infarto, mientras que la zona alejada del infarto presentaba unas características similares al miocardio sano», ha detallado Hervás.