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Los alimentos que se pierden y desperdician podrían alimentar hoy a una tercera parte de los hambrientos en el mundo, en lugar del uso incorrecto de la mano de obra, el agua, la energía y otros insumos, señaló la FAO.
Según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se estima que a nivel global más de una tercera parte de los alimentos que se producen se despilfarra o desaprovecha.
Los 222 millones de toneladas que se desechan al año nada más en los países ricos, casi equivalen a la producción neta de alimentos de los países del África subsahariana.
Los alimentos no sólo no llegan a las personas que sufren hambre, sino que producirlos extrae nutrientes fundamentales del suelo y puede limitar la capacidad de gestión de las tierras para obtener mejores servicios de almacenamiento de carbono.
En opinión del director ejecutivo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Achim Steiner, el siglo pasado presenció una rápida transformación de la relación con el mundo natural, con un incremento del uso de los recursos naturales que ha conducido a la degradación del medio ambiente.
En su opinión hay que preguntarse qué consecuencias tendrá este ritmo de consumo y esta trayectoria en un mundo que en el año 2050 tendrá que sustentar la vida y las aspiraciones de nueve mil millones de personas.
También considera que el cambio climático supone un riesgo importante para el futuro de la seguridad alimentaria, especialmente por sus posibles efectos en la producción agrícola de los países en desarrollo y más pobres, y por ser una amenaza para la supervivencia misma de algunos estados insulares.
Rumbo a la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático que se celebrará en diciembre de 2015, la FAO hace énfasis en la necesidad de un enfoque gubernamental, en el que participen numerosos ministerios y niveles para afrontar la necesidad de conservación de los suelos y de tener cultivos más resistentes.
Especialistas de esa institución abogan, además, por políticas incluyentes que beneficien a los sectores más vulnerables y que habiliten a las mujeres y los jóvenes.
No sólo hace falta una distribución y elaboración de alimentos más eficientes, sino que la necesidad de adaptación al cambio climático demanda orientar muchas prácticas agrícolas nuevos objetivos y tecnologías.
La clave de la transformación necesaria supone un cambio del enfoque de la utilización intensiva de insumos a otro que permita producir más con menos, sentenció el director general de la FAO, José Graziano da Silva.
Esto exigirá innovación en la conservación y restablecimiento de los suelos, así como en reproducción de semillas con capacidad de recuperación ante un clima más cálido o inestable, y sistemas de gestión de las tierras con miras a la absorción de las emisiones de dióxido de carbono.
«Alimentos para todos debe ser parte de la solución al cambio climático, y la agricultura puede impulsar la transición hacia sociedades y economías con mayor capacidad de recuperación y menos emisiones de carbono», afirmó Graziano da Silva.
«Depende de nosotros hacerlo realidad», acotó.
junio 6 / 2015 (PL)
Tomado del Boletín de Prensa Latina Copyright 2015 Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.