Cuando Olivia Goree se percató de que algo «no iba bien» con los ojos de su hijo de 6 semanas, confió en su instinto y lo llevó al médico. Lo que ella nunca esperaba fue el diagnóstico: glaucoma.

galucoma«Me sorprendió mucho», recordó Goree, que afirmó que solo había oído que esa enfermedad que priva de la visión afectaba a las personas mayores.

Y probablemente eso sea lo que mayoría de las personas piensan del glaucoma, dado que se diagnostica sobre todo a personas mayores de 60 años, pero rara vez los bebés y los niños la sufren.

El glaucoma se refiere a un grupo de enfermedades oculares en las que el fluido se acumula en el ojo, creando así una presión que daña el nervio óptico y lleva a la pérdida de visión.

En algunos casos, un bebé nacerá con glaucoma como parte de un síndrome de defectos de nacimiento, explicó el Dr. Robert Barnes, oftalmólogo del Centro Médico de la Universidad de Loyola en Maywood, Illinois, que trató a Christian, el hijo de Goree.

En otros casos, un niño mayor contrae glaucoma debido a un traumatismo en el ojo, al uso de gotas oftálmicas de esteroides o a una cirugía para otra afección ocular, como las cataratas.

Sin embargo, el glaucoma de Christian ya estaba presente al poco tiempo de nacer y no tenía una causa aparente. Eso se conoce como glaucoma congénito primario, y afecta a aproximadamente uno de cada 10 000 bebés nacidos en los Estados Unidos, según la Academia Americana de Oftalmología (American Academy of Ophthalmology).

En un pequeño porcentaje de bebés con glaucoma, hay antecedentes familiares de glaucoma a una edad temprana, dijo el Dr. Normal Medow, director de oftalmología pediátrica del Centro Médico Montefiore, en la ciudad de Nueva York.

Ciertas mutaciones de genes se han vinculado con casos familiares de glaucoma congénito, y se pueden realizar pruebas a los niños de esos genes, indicó Medow.

«Pero, lo que ocurre más a menudo es que sea un caso esporádico», señaló. Y en esos casos, la causa subyacente no está clara.

Barnes dijo que Christian tuvo suerte de que su madre se percatara de que algo no iba bien y de que hiciera algo al respecto. «A menudo, a los niños con (glaucoma primario) no se les detecta hasta que tienen 6 meses», dijo.

Actuar con rapidez es esencial, porque la pérdida de visión que resulta del glaucoma es irreversible.

Goree dijo que se preocupó cuando se percató de los ojos de su recién nacido tenían un «color borroso, de un gris azulado». Un pediatra inicialmente le dijo que no se preocupara, pero Goree decidió llevarlo a la Universidad de Loyola. Allí es donde la oftalmóloga, la Dra. Cathleen Cronin, diagnosticó el glaucoma a Christian.

El glaucoma infantil «es una entidad completamente distinta del glaucoma de los adultos», dijo la Dra. Tamiesha Frempong, pediatra oftalmóloga del Hospital Mount Sinai de la ciudad de Nueva York.

Aunque las causas subyacentes precisas normalmente se desconocen, el glaucoma congénito implica un fallo en el desarrollo de las estructuras que normalmente permiten drenar el fluido del ojo. Ese fluido se acumula y entonces estira algunos tejidos inmaduros de los ojos del bebé.

«La córnea se hace tan grande que puede terminar con algunas «zonas rotas» en la parte trasera de la córnea», dijo Frempong. La córnea es la capa, normalmente clara, más externa del ojo. En un bebé con un glaucoma congénito, empieza a tomar una apariencia borrosa.

Pero para los padres, indicó Frempong, las córneas alargadas y borrosas del bebé pueden simplemente parecer unos «ojos azules grandes y lindos».

Pero hay otros síntomas que alertan del glaucoma, y que en realidad se presentan antes del agrandamiento de las córneas, explicó Medow.

Frempong los describió como la clásica «tríada» de síntomas: espasmos en los párpados, sensibilidad a la luz y un lagrimeo excesivo. Pero, de nuevo, puede ser fácil para los padres, o incluso para el pediatra, atribuir esos síntomas a otra cosa, como el «cólico», dijo Frempong.

Frempong señaló que la cuestión de fondo para los pacientes es que, si creen que sus bebés pueden tener algún problema en los ojos y su pediatra tiene «alguna duda» de la causa, acudan a un oftalmólogo pediatra.

«Cuanto antes lo encontremos, mejor para el niño», dijo Medow.

Para el glaucoma infantil, el tratamiento casi siempre lleva a la cirugía. Hay de diferentes tipos, y a menudo es necesario repetir las operaciones, indicó Medow.

Christian se sometió a un tipo de cirugía en el que se implanta un tubo pequeño de silicona en los ojos. El dispositivo se regula con una válvula y permite drenar el fluido del ojo.

«Estaba asustada», dijo Goree. «Pensé: «¿Quieren operar a mi bebé?»

Pero dijo que Christian, que ahora tiene 18 meses, lo está llevando bien: aunque necesita gafas para corregir la pérdida de visión que ha experimentado. «Va corriendo de acá para allá, y tiene mucha energía», dijo Goree.

La atención médica para Christian no ha terminado. Los dispositivos implantados tendrán que ser reemplazados en algún momento, dijo Barnes. Y todos los niños a los que se trata el glaucoma congénito necesitan ir al médico con regularidad a largo plazo, para comprobar si la presión de sus ojos permanece en un nivel normal y si su visión es estable.

Pero Goree está agradecida de que se detectara lo suficientemente pronto la enfermedad de su hijo como para preservar gran parte de su vista. «Si piensa que su bebé puede tener algún problema, confíe en sus instintos y vaya al médico», aconsejó.

Barnes se mostró de acuerdo. «Cuando se trata de la salud de sus hijos, las madres suelen tener razón».
julio 2/2014 (Medlineplus)

julio 16, 2014 | Dra. María T. Oliva Roselló | Filed under: Oftalmología, Pediatría | Etiquetas: , |

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