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Dos tercios de las personas mayores de 65 años necesitan ayuda para completar las tareas de la vida cotidiana, ya sea de dispositivos especiales como los bastones, los escúteres y las barras de seguridad en los baños, o de otra persona, muestra una investigación reciente.
«Si las personas encuentran formas de afrontar su discapacidad exitosamente mediante la ayuda de dispositivos o de otras personas o si reducen su actividad debido a una discapacidad, creo que esos grupos probablemente estén siendo pasados por alto cuando observamos las necesidades de salud pública», señaló la autora del estudio, Vicki Freedman, profesora de investigación del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan.
«La forma en que las personas se adaptan a sus discapacidades es importante, y nos ayuda a identificar quién necesita atención de salud pública», afirmó Freedman.
El estudio identificó cinco niveles en el espectro de discapacidad: las personas completamente capaces; las personas que utilizaban dispositivos especiales para afrontar su discapacidad; las personas que redujeron la frecuencia de su actividad pero que no reportaban dificultades; las personas que reportan dificultades realizando sus actividades por sí mismas, incluso cuando usan dispositivos especiales, y las personas que reciben ayuda de otras personas.
Un experto señaló que los hallazgos iluminan la forma en que muchos adultos mayores tienen dificultades con distintos niveles de discapacidad.
«El hecho de que alrededor del 25 % de las personas no puedan realizar algunas actividades de la vida cotidiana (sin ayuda) no resultó sorprendente», señaló el Dr. Stanley Wainapel, director clínico del departamento de medicina de rehabilitación del Centro Médico Montefiore, en la ciudad de Nueva York.
«Lo interesante para mí fue que el estudio me dio más información sobre el otro 75 %», dijo Wainapel. «Solo porque el 25 % no pueda realizar al menos una actividad de la vida cotidiana no significa que al otro 75 % le vaya de maravilla. No es tan blanco y negro como pensábamos».
«Hay un área de la Dimensión Desconocida entre los que están perfectamente bien y los que no, y esas son las personas que probablemente puedan recibir más ayuda de una terapia de rehabilitación o de dispositivos de ayuda», señaló.
Los resultados del estudio aparecen en la revista American Journal of Public Health (doi: 10.2105/AJPH.2013.301687).
Los datos de la investigación actual provienen del Estudio de tendencias nacionales en la salud y el envejecimiento de 2011. El estudio incluyó a más de 8000 estadounidenses mayores de 65 años, de los cuales unos 500 vivían en hogares de ancianos.
Los que vivían en casa participaron en entrevistas sobre su capacidad física y su capacidad de llevar a cabo las actividades de la vida cotidiana. También recibieron pruebas para medir sus capacidades físicas y de pensamiento.
Freedman y sus colaboradores hallaron que el 31 % de los adultos mayores de 65 años podían cuidarse solos sin ayuda. Alrededor del 25 % podían cuidarse solos usando algún tipo de dispositivo de ayuda, como una barra en el baño o un bastón. Otro 21 % recibía ayuda de otras personas, y el 18 % reportó tener dificultades para completar las tareas cotidianas incluso con ayuda. Alrededor del 6 % de los sujetos del estudio limitaron la realización de ciertas actividades.
Las capacidades de las personas variaban mucho según la actividad estudiada. El 90 % de las personas mayores podían comer solas sin ayuda, pero apenas la mitad se pueden bañar sin algún tipo de ayuda.
No resultó sorprendente que la capacidad de las personas de completar tareas solas se redujo con la edad. Apenas el 4 % de las personas a partir de los 90 años no necesitaba ninguna ayuda, frente al 45 % de las que tenían entre 65 y 69 años.
Las mujeres eran más propensas que los hombres a recurrir a dispositivos de ayuda, y los blancos y los asiáticos eran más propensos a utilizar dispositivos de ayuda que los negros y los hispanos, según el estudio. Las personas con unos ingresos más bajos también eran menos propensas a utilizar dispositivos de ayuda para contrarrestar una discapacidad.
«Si hay dificultades con las actividades diarias, quizá haya formas de abordar esos problemas que puedan ayudar a participar en las cosas de las que se disfruta y a mejorar la calidad de vida», aseguró Freedman.
Wainapel se mostró de acuerdo en que las personas no deben aislarse. Si necesitan ayuda, deben hablar con el médico, planteó.
Wainapel dijo que hay muchas cosas que se pueden hacer, lo que incluye realizar cambios en casa, perder peso y usar dispositivos de ayuda. Medicare paga la mayoría del equipo médico duradero, como los bastones y los caminadores, añadió.
«Hacer las cosas solo y mantener la capacidad de moverse ayuda a que las personas se mantengan conectadas con los demás, y eso es una parte muy importante de un envejecimiento saludable», aseguró Wainapel.
diciembre 12/2013 (Medlineplus)
Vicki A. Freedman, Judith D. Kasper, Brenda C. Spillman, Emily M. Agree, Vincent Mor, Robert B. Wallace.Behavioral Adaptation and Late-Life Disability: A New Spectrum for Assessing Public Health Impacts.
American Journal of Public Health.12 Dic 2013.