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Un estudio realizado en la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), en Brasil, sugiere que los profesionales de la salud pueden detectar muy tempranamente el declive funcional, es decir, la merma de la capacidad para realizar tareas cotidianas en forma independiente, mediante la observación del desempeño de un paciente en funciones sencillas, tales como sentarse y levantarse de una silla, equilibrarse en pie o caminar una corta distancia.
De acuerdo con esta investigación, publicada en el American Journal of Clinical Nutrition, este indicador es válido fundamentalmente para varones con obesidad abdominal y debilidad muscular.
El referido estudio se llevó a cabo durante el doctorado de Roberta de Oliveira Máximo en el Programa de Posgrado en Fisioterapia de la UFSCar, con el apoyo de la FAPESP y bajo la dirección del profesor Tiago da Silva Alexandre. Y contó con la participación de investigadores de la University College London, en el Reino Unido.
El grupo analizó datos de 3 875 ancianos ingleses bajo seguimiento durante ocho años. El desempeño físico de los voluntarios se evaluó con la Short Physical Performance Battery (SPPB), una batería de test conocida por los profesionales de la salud que comprende una combinación entre sentarse y levantarse de la silla, equilibrio estático y caminar 2,4 metros.
“El compromiso del rendimiento físico constituye el primer indicador de las funciones perjudicadas en ancianos y está considerado como una fase de transición preclínica hacia la incapacidad, es decir, aparece antes que las dificultades en actividades cotidianas, tales como hacer uso del transporte, hacer compras, encargarse de la casa y de las ropas, preparar comidas, bañarse, vestirse, ir al baño y alimentarse”, comenta Da Silva Alexandre. “De este modo, su descubrimiento precoz podría evitar incapacidades en actividades de la vida diaria de esta población.”
Tal como explica el investigador, el desempeño físico (el rendimiento físico funcional) suministra una evaluación objetiva del estado funcional, que comprende la realización de una tarea específica evaluada con criterios predeterminados, tales como marcadores [scores], el contaje de repeticiones o el tiempo dedicado a la actividad. Difiere de la evaluación subjetiva del estado funcional, que hace alusión al relato personal de actividades funcionales que alguien hace o deja de hacer.
Se considera que el compromiso del rendimiento físico es la sexta señal vital en la evaluación de los ancianos. La aplicación completa de la batería del SPPB tarda alrededor de 15 minutos y puede tener algún poder explicativo adicional al test aislado de velocidad al caminar, a costa de un poco más de tiempo para su aplicación.
En un trabajo anterior, el grupo había demostrado que la lentitud al caminar puede considerarse por separado como un indicador del riesgo aumentado de pérdida de la capacidad de realizar actividades diarias
“El peor desempeño en el SPPB parece ser algo aún más precoz que la lentitud al caminar”, afirman los investigadores de la UFSCar.
Distintos tipos de obesidad
También, de acuerdo con este estudio, solamente un grupo específico de varones ancianos exhibió un mayor compromiso en el desempeño físico en el transcurso del tiempo de seguimiento: se trató del grupo de aquellos que exhibían la combinación de obesidad abdominal y debilidad muscular, una condición conocida con el nombre de dinapenia. Este fenotipo es común entre ancianos y se lo conoce en el medio científico con el nombre de obesidad abdominal dinapénica. En el estudio, esta condición se caracterizó como una circunferencia de la cintura superior a los 102 centímetros (cm) para varones y mayor que 88 cm para mujeres, como así también por la fuerza de prensión manual inferior a 26 kilos (kg) para hombres y menor que 16 kg para mujeres. Este último parámetro se mide mediante la aplicación de un test en el cual el voluntario aprieta un aparato conocido con el nombre de dinamómetro. Los valores obtenidos se emplean como referencia para analizar la fuerza muscular en todo el cuerpo.
“Con el proceso de envejecimiento, tanto varones como mujeres exhiben una pérdida de fuerza muscular, junto a una acumulación de grasa abdominal. Con todo, la situación es peor para el sexo masculino. Los varones pierden más fuerza muscular que las mujeres en el transcurso de la vida y de por sí exhiben una tendencia a acumular grasa abdominal antes del proceso de envejecimiento. La grasa abdominal es metabólicamente más activa y genera una inflamación crónica de bajo grado, con repercusiones negativas sobre la función muscular. Esto explica las diferencias entre los sexos y la razón por el cual la obesidad abdominal dinapénica tiene efectos mayores sobre el rendimiento físico de los hombres”, explica De Oliveira Máximo.
La situación es distinta cuando en lugar de evaluar la obesidad abdominal se evalúa la obesidad general según el índice de masa corporal (IMC). En tal caso, la obesidad general combinada con dinapenia no se relacionó con la peor trayectoria del desempeño físico ni en varones y ni en mujeres, lo cual sugiere que la evaluación de la obesidad con el IMC no es capaz de capturar las alteraciones en la distribución de grasa corporal que ocurren con el envejecimiento y que impactan sobre el desempeño físico.
El estudio aporta otro dato importante: ni la obesidad abdominal ni a dinapenia aisladas fueron asociadas al peor desempeño físico de los ancianos en el transcurso del tiempo, lo que demuestra que tener en cuenta la evaluación por separado de estas dos condiciones en lugar del fenotipo de obesidad abdominal dinapénica puede subestimar un problema futuro real de disminución del rendimiento físico en ancianos.
A juicio de Da Silva Alexandre, uno de los mensajes principales de esta investigación reside en que la detección y el manejo clínico del fenotipo de la obesidad abdominal dinapénica resulta esencial para evitar las primeras señales de declive funcional en varones ancianos.
“La importancia clínica de este hallazgo consiste en que, aunque la obesidad abdominal dinapénica es una condición asociada al envejecimiento, es potencialmente modificable. Pero cuando sé la deja de lado, genera importantes repercusiones sobre el estado funcional, especialmente entre los varones. La conducta que ha de implementarse, de acuerdo con los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud de 2020, indica que los ancianos de 65 años o más deben incorporar una variedad de ejercicios aeróbicos y de actividades de fortalecimiento muscular. Deben realizar al menos entre 150 y 300 minutos de ejercicios de intensidad moderada o de 75 a 150 minutos de ejercicios aeróbicos vigorosos en el transcurso de la semana. Como parte de su actividad física semanal, las personas mayores también deben hacer entrenamientos de fuerza que abarquen la totalidad de los principales grupos musculares durante tres o más días de la semana”, recomienda el investigador.