El reflujo suele ser un problema común en lactantes sanos; sin embargo, si persiste en edad prescolar y en niños mayores puede cronificarse. Por eso, aconsejar desde la farmacia medidas posturales y alimenticias puede ser útil.

reflujo “El reflujo gastroesofágico  (RGE) se define como el paso de contenido gástrico al esófago con o sin regurgitación o vómito, lo que motiva que el ácido gástrico pueda causar la inflamación del esófago.

En cambio, se denomina enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) cuando este reflujo se considera patológico, porque genera síntomas molestos que afectan a la calidad de vida del paciente y/o complicaciones médicas (como, por ejemplo, esofagitis o estenosis)”, explica a Correo Farmacéutico José Miguel Sequí Canet, jefe de Sección de Pediatría del Hospital Francisco Borja, de Granada.

El experto aclara que el RGE es extremadamente común en lactantes sanos y la frecuencia del reflujo y la proporción de regurgitaciones disminuye con la edad. “De hecho, el RGE fisiológico tiende a manifestarse con mayor intensidad sobre los 4 meses de edad (50-75% de los lactantes) y resolverse hacia el final del primer año de vida, siendo raro a partir de los 18 meses”, detalla. Ahora bien, advierte de que, si persiste en la edad prescolar o en niños mayores, “puede llegar a cronificarse en la edad adulta hasta en la mitad de los casos”.

Según su experiencia, “la prevalencia de ERGE parece estar aumentando a nivel mundial, aunque no está claro hasta qué punto refleja un mayor número de diagnósticos, el incremento de la obesidad u otros factores predisponentes del ERGE, como la alimentación, el estrés o el empleo de fármacos”, afirma a este medio.

Lo cierto es que el diagnóstico de este problema suele ser difícil en los más pequeños por las dificultades para expresar qué les ocurre. “En lactantes, los síntomas son muy variados y pueden incluir rechazo de tomas, llanto excesivo, irritabilidad, regurgitaciones e hiperextensión del cuello. Estos síntomas son muy inespecíficos; por lo tanto, a esta edad constituye un reto diagnóstico”, reconoce.

En niños pequeños y lactantes, señala que si los síntomas mencionados se presentan “con severidad importante son un indicativo de ERGE”. También pueden asociarse a esta patología otros síntomas, como una mala ganancia ponderal del peso y síntomas respiratorios, entre ellos, tos crónica, estridor, disfonía, sinusitis, otitis media de repetición, pausas de apnea, asma de difícil control o neumonías de repetición por aspiración. Sequí Canet afirma que en algunos casos se produce el Síndrome de Sandifer, “que son movimientos distónicos que se caracterizan por la postura anómala de la cabeza y el cuello (tortícolis) y el arqueamiento de la columna vertebral”.
El pediatra apunta que los episodios suelen durar entre 1 y 3 minutos y pueden producirse hasta diez veces al día, aunque, generalmente, se asocian con la ingestión de alimentos. También se han observado hematemesis y movimientos anómalos de los ojos.

“En niños mayores -añade- la comunicación verbal puede facilitar en gran medida el diagnóstico, ya que son capaces de describir de manera más o menos precisa sus síntomas”.

Respecto a los adolescentes, son característicos la pirosis, el dolor retroesternal y epigástrico. “También pueden referir dispepsia o malestar abdominal al comer”, añade.

Preguntado por las causas que están detrás del ERGE, confirma que “las tasas más altas se dan en niños con antecedentes de prematuridad, enfermedades pulmonares (fibrosis quística), hipotonía y otras alteraciones neurológicas (como la parálisis cerebral o la distrofia muscular), niños con síndrome de Down, pacientes que han precisado cirugía correctora (hernia de hiato, hernia diafragmática, atresia esofágica) y antecedentes familiares de ERGE”.

Medidas posturales y alimentación adecuada

Pero, ¿se puede administrar tratamiento farmacológico en estos niños? El pediatra responde que sí, pero solo está reservado a aquellos con complicaciones importantes debidas al RGE. “No se recomienda en lactantes con regurgitaciones aisladas o con irritabilidad-disconfort sin otras manifestaciones”, advierte.

En la misma línea se expresa Sandra Sierra, directora del Centro de Estudios e Información del Medicamento (CIM) del COF de Murcia.

“Antes de recurrir a un tratamiento farmacológico -comenta-, el pediatra suele recomendar una leche antirregurgitación, fórmulas espesadas diseñadas para satisfacer las necesidades nutricionales de lactantes y niños con reflujo gastroesofágico”.

Sobre las fórmulas antirregurgitación, que pueden recomendarse “en periodos cortos de tiempo, el pediatra reconoce que “hay discusión sobre su eficacia y costo-beneficio”.

La primera medida no farmacológica que menciona el pediatra y que puede dar el farmacéutico tiene que ver con la postura. “En niños mayores se puede elevar el cabecero de la cama y colocar el cuerpo en posición de decúbito lateral izquierdo. En lactantes puede ser útil incorporarlos un poco, con una hamaca o en la cama”, aconseja.

Sierra añade que, después de la alimentación, “los lactantes se deben mantener en posición vertical, sentado, durante unos 20 minutos aproximadamente”.

En cuanto a la alimentación, Sequí Canet postula que hay que aconsejar “mantener lactancia materna a demanda y en aquellos que reciban fórmula evitar la sobrealimentación, y si la edad lo permite, introducir alimentación complementaria para espesar las tomas”.

Antes de recurrir a los fármacos, el pediatra suele recomendar leches antirregurgita-ción o fórmulas espesantes.

Sobre la proteína de la leche de vaca, el jefe de Pediatría del Hospital Francisco Borja afirma que excluirla “durante un período de 2 a 4 semanas debería considerarse en casos seleccionados para determinar si los síntomas pueden deberse a una alergia”.

Por otra parte, el pediatra y la farmacéutica coinciden en recomendar disminuir el volumen y aumentar la frecuencia de las tomas, ya que esto ayuda a minimizar la cantidad de reflujo”.

Ahora bien, Sierra insiste en que es necesario “mantener una cantidad total adecuada, es decir, incrementar la frecuencia de tomas, para asegurar un crecimiento adecuado”. No se olvida de algo que parece muy básico, como que el lactante expulse los gases después de cada toma.

Igualmente, desde la farmacia comunitaria se pueden recomendar algunas pautas relacionadas con la alimentación, como, por ejemplo, “evitar alimentos que disminuyan la contracción del esfínter esofágico inferior o que enlentezcan el vaciamiento gástrico, como el chocolate, alimentos grasos, picantes y condimentos”, sostiene la farmacéutica del CIM del COF de Murcia.

No obstante, el pediatra advierte de que sobre la exclusión de ciertos alimentos “no hay nada definitivo dada la variabilidad del efecto individual de estas medidas”.

Productos sanitarios naturales, otra opción

Sequí Canet señala que también existen “productos sanitarios eficaces y seguros a base de complejos naturales basados en las moléculas activas de plantas y minerales que incluyen mucoprotectores y reguladores de la acidez gástrica, entre ellos, los polisacáridos, flavonoides y minerales alcalinos suaves tipo carbonatos o calcitas”.

En su opinión, con esta formulación “se solucionan gran parte de los mecanismos fisiopatológicos del RGE (que es la base de la ERGE), pues disminuye las molestias y protege la mucosa con los polisacáridos, reforzando la función fisiológica del moco, y acelera su recuperación gracias también al efecto antinflamatorio de los flavonoides. 
“Estos productos naturales -prosigue el facultativo- tienen la ventaja de ser totalmente inocuos, también en niños, en tratamientos a largo plazo y respetuosos con la fisiología gástrica”. Y hace una aclaración: “Al ser productos sanitarios, su acción es fisiológica y no farmacológica”.

Se puede excluir la ingesta de proteína de la leche de vaca de 2 a 4 semanas para descartar una posible alergia.

Entre los productos naturales, la farmacéutica menciona plantas como la melisa y la manzanilla, que tienen efectos calmantes, digestivos y antiespasmódicos, y otros medicamentos OTC, como los probióticos, que reducen la sintomatología asociada al cólico del lactante, regulan la digestión y disminuyen el dolor abdominal.

Tratamiento farmacológico

En cuanto a otros medicamentos, los más utilizados son antiácidos y el alginato, que neutralizan el ácido y contienen bien bicarbonato sódico/potásico, carbonato cálcico o sales de aluminio/magnesio. “No parecen tener efectos secundarios significativos en tratamientos a demanda y de corta duración”, aclara el pediatra. Sin embargo, no se recomiendan a largo plazo por su perfil de seguridad: “Alto contenido en sodio, síndrome de leche-álcali tras exposición a dosis altas de carbonato cálcico e intoxicación por aluminio. Además, se deben limitar en pacientes con insuficiencia renal”.

El experto también menciona los fármacos antisecretores, como los inhibidores de la bomba de protones (IBP) o antagonistas de los receptores H2 (Anti H2), en casos que no responden a tratamientos de apoyo y modificación de conducta y alimentación. Sobre sus efectos secundarios dice que pueden ser alteración mantenida de la acidez gástrica; interacciones con electrolitos, con la absorción de vitamina B12 y con la flora intestinal; hipergastrinemia, y alteraciones en las células parietales.

Sierra defiende que, tanto los antagonistas de los receptores de H2, como los inhibidores de la bomba de protones, son seguros y eficaces en los bebés y los niños. Eso sí, recuerda que las presentaciones pediátricas no están comercializadas, “por lo que se utilizan jarabes de formulación magistral”. Así, confirma que en la elaboración de las fórmulas magistrales más comunes los principios activos más empleados son el omeprazol y la ranitidina”.

Respecto a cómo deben tomarse, la portavoz del COF de Murcia recuerda que los inhibidores de la bomba de protones se deben administrar una vez al día, 30 minutos antes de las comidas. “Algunos niños -continúa- pueden requerir una dosis dos veces al día para lograr una supresión óptima del ácido gástrico”.

Pero, ¿cuándo el farmacéutico debe derivar a los padres al pediatra? Sierra responde: “Siempre que los síntomas no remitan con tratamiento no farmacológico y cuando el niño sea menor de 6 años”.

 marzo 07/2022 (Diario Médico)

marzo 8, 2022 | Dra. María Elena Reyes González | Filed under: Enfermedades del Sist. Digestivo, Farmacología, Pediatría, Puericultura | Etiquetas: |

Comments

Comments are closed.

Name

Email

Web

Speak your mind

*
  • Noticias por fecha

  • Noticias anteriores a 2010

    Noticias anteriores a enero de 2010

  • Suscripción AL Día

  • Categorias

    open all | close all
  • Palabras Clave

  • Administración