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Las indicaciones para la amigdalectomía se restringen mucho más en amigdalitis purulentas. En procesos no infecciosos puede optarse por la amigdalotomía.
Las indicaciones para la extirpación de las amígdalas o amigdalectomía se han modificado en las últimas décadas, lo que ha supuesto una reducción de las intervenciones realizadas. Sobre todo en los procesos infecciosos de repetición. En el caso de obstrucción de la vía aérea superior por hipertrofia adenoide y/o amigdalar severas se consolida la amigdalotomía frente a la amigdalectomía.
Hasta las décadas centrales del siglo pasado la extirpación de las amígdalas era una intervención muy extendida que se realizaba incluso a nivel ambulatorio, con una mínima anestesia local. En la actualidad la amigdalectomía es una de las intervenciones quirúrgicas más frecuentes, pero las indicaciones han cambiado, con criterios bien establecidos.
Amigdalectomía
Según la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC), las indicaciones absolutas de amigdalectomía son cáncer amigdalar, obstrucción grave de la vía aérea por hipertrofia amigdalar y hemorragia amigdalar persistente.
Las indicaciones relativas incluyen los procesos infecciosos, siendo muy estrictos en número y forma de los episodios, según coinciden en señalar César Álvarez Marcos, adjunto del servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) y Juan Carlos Casado, presidente de la Comisión de Laringe y Voz de la SEORL-CCC y jefe de Servicio en el Hospital QuirónSalud Marbella.
Así, el número de episodios debería ser de 7 o más en el último año, 5 al año en los dos últimos años o tres anuales en los últimos tres años. “Cada episodio para ser considerado como tal debe tener exudado purulento en las amígdalas, fiebre de más de 38 grados, ganglios inflamados en cuello o cultivo del exudado positivo para estreptocococo beta hemolítico del grupo A. Es también indicación muy recomendable el absceso amigdalino en su segundo episodio”, detalla Álvarez Marcos.
La operación se indica menos por etiología infecciosa y más por obstrucción de la vía aérea
“En cambio, hace unas décadas, con dos o tres episodios de amigdalitis purulenta, complicaciones y fiebre, se optaba por extirpar las amígdalas”, explica Casado.
En España se realizan entre 25 000 y 30 000 amigdalectomías por año, según datos correspondientes al periodo 2004-2018, lo que representa una tasa de 60 intervenciones por 100 000 habitantes. En Estados Unidos se estima que se realizan unas 290 000 amigdalectomías anuales, lo que significa una ratio de 74 por 100 000 habitantes.
En cuanto a las indicaciones en España, se han reducido en los últimos años las relacionadas con la etiología infecciosa y, en cambio, han ido aumentando progresivamente las intervenciones por situaciones de obstrucción de la vía aérea superior.
“En preescolares y escolares, entre 3 y 8 años, la indicación por amigdalectomía se debe sobre todo a problemas obstructivos. Superada la adolescencia la indicación se da más por problemas infecciosos y se indica tres veces más en mujeres”, Álvarez Marcos.
Amigdalotomía
En caso de síndrome de obstrucción de la vía aérea superior por tener hipertrofia adenoidea y/o amigdalar severas, la tendencia es a realizar una amigdalotomía en vez de amigdalectomía, de tal modo que “las amígdalas no se extirpan enteras para que pueda conservarse su función de defensa”, indica Casado. Y en este caso una de las técnicas más utilizadas es la radiofrecuencia.
Esta técnica consiste en la introducción de un electrodo dentro del tejido amigdalar linfoide para realizar una descarga de energía de baja intensidad, que ocasiona una retracción del tejido, según apunta César Álvarez Marcos. “Se conserva así la estructura de la amígdala con parte del tejido linfoide funcionante y se reduce el volumen mejorando el paso de aire y el síndrome obstructivo».
La amigdalotomía por radiofrecuencia permite conservar la función de defensa
El experto explica que esta técnica no se recomienda en el caso de procesos infecciosos, donde estaría más indicada la amigdalectomía clásica. «En los casos donde el problema es el paso reducido de aire, ofrece una evidente ventaja, pues reduce el número de complicaciones a corto plazo, en particular, de hemorragias, y se mantiene su función de defensa respecto a la infección».
La técnica de radiofrecuencia para reducir el volumen amigdalar causa menos dolor, al utilizarse una corriente de escasa energía, y casi no presenta riesgo de sangrado al no romper la vascularización de la angina.
Las amígdalas palatinas junto a las adenoides o vegetaciones forman parte del anillo de Waldeyer, una serie de estructuras situadas en la faringe que contienen linfocitos (célula inmunocompetente) que interviene en la defensa del organismo frente a las infecciones.
“Por ese motivo reaccionan y se inflaman ante las infecciones, permitiendo localizarlas y crear inmunidad. Serían el primer punto de defensa frente a las infecciones externas antes que los agentes infecciosos entrasen en el organismo, por eso se sitúan a la entrada de los aparatos respiratorio y digestivo”, señala Casado.
Técnicas quirúrgicas
Para la amigdalectomía existe actualmente un abanico de técnicas quirúrgicas que permiten al cirujano elegir. Existen procedimientos fríos, en los que la disección se realiza con instrumentos tradicionales, y calientes, utilizando instrumentos que desprenden calor como el cauterio (bisturí eléctrico) que puede ser monopolar (el clásico) o bipolar (más preciso), aclaran los expertos.
Las técnicas calientes producen más dolor que las frías al quemar también el lecho amigdalino, con músculo y terminaciones nerviosas. “Causaría menos dolor la coagulación bipolar al ser más precisa. Los defensores de las técnicas calientes dicen que la disección es más rápida y causa menos sangrados durante la cirugía”, aclara Álvarez Marcos.
“En nuestro hospital, por ejemplo, se prefieren las técnicas frías, ya que en manos experimentadas son también rápidas y causas menos dolor. El riesgo de sangrado se reduce si se hace la disección fría y la hemostasia con bisturí eléctrico, preferiblemente bipolar”.
Además, «el riesgo de sangrados tardíos es menor, puesto que no se generan tantas costras y no sangran al desprenderse, habitualmente a la semana”, explica este experto, quien deja claro que cada cirujano tiene sus preferencias en función de su experiencia, “aunque las tendencias actuales van por ese camino: disección fría y hemostasia con coagulación bipolar, es decir, un procedimiento mixto”.
Tanto la amigdalotomía por radiofrecuencia como la amigdalectomía clásica son técnicas que se realizan en la actualidad con anestesia general, pero de forma ambulatoria sin ingreso, siendo más segura la primera al tener menos complicaciones.
marzo 07 /2022 (Diario Médico)