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Los datos de la pandemia mejoran en España, con su flamante tasa de vacunación ( 76,3 % de la población con pauta completa), y también en Europa y en casi todas las regiones del mundo, lo cual es una buena noticia. Pero la vacuna sigue sin distribuirse bien (equitativamente) por todo el orbe y suceden cosas que chirrían, por no decir que enervan, por aquello que de esta pandemia salimos todos a la vez o no saldrá nadie.
Por poner un ejemplo: en Estados Unidos (55,41 % de la población con pauta completa), por un lado, su presidente, Joe Biden, ha anunciado recientemente que, pedirá a los líderes del mundo que el 70 % de la población de cada país esté vacunada dentro de un año y que eleva la cifra total de donaciones a más de 1 100 millones de dosis para 2022.
Por otro, su gobierno hizo pública en agosto la intención de proporcionar una dosis de recuerdo a toda la población y hace unos días aprobó la tercera para los mayores de 65 años, las personas con alto riesgo de padecer la enfermedad y las que se encuentran en entornos de alta exposición al virus.
¿Es que el volumen de vacunas que se fabrica actualmente da para todo y para todos?
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, pidió este verano a los países ricos una moratoria de, al menos, hasta finales de septiembre para empezar a administrar dosis de refuerzo, con el fin de asegurar las primeras dosis en países pobres.
Agnès Callarmard, secretaria general de Amnistía Internacional, ha dicho que “mientras que en Europa ya estamos vacunando a los niños, en muchos de los países con bajos ingresos ni siquiera el personal sanitario ni las personas de riesgo están vacunadas”.
Según el portal Our World in Data, de la Universidad de Oxford, solo un 2 % de la población de los países de bajos ingresos ha recibido la pauta completa mientras que la media global asciende a 43,7 %.
A todo esto, farmacéuticas que controlan estas vacunas presionan con que está descendiendo la protección y hará falta una dosis adicional y países, como es el caso del nuestro, ya están ejecutando la revacunación de inmunodeprimidos y otros colectivos vulnerables.
«Queremos contribuir a la vacunación solidaria en el resto del mundo» ha dicho la ministra Carolina Darías en relación con el anuncio del presidente, Pedro Sánchez, de la donación de otros 30 millones de dosis a América Latina, Caribe, África Subsahariana y la vecindad sur de la Unión Europea.
Mientras tanto, en las neveras de nuestras comunidades autónomas comienza a haber viales caducados o cercanos a la fecha de caducidad y, ante la falta de demanda, se van cerrando los vacunódromos.
Carmen Cabezas, secretaria de Salud Pública de Cataluña, ha informado de que, en los más de 400 puntos de vacunación de Cataluña, se han contabilizado 9 103 viales que después de haberse descongelado no se han podido administrar antes de su fecha de caducidad.
Esto corresponde a unos 20 viales de media por centro y se traduce en 69 129 dosis de vacunas, un 0,6 % de las administradas. Los motivos que ha aportado son: que el número de personas que finalmente se han querido vacunar ha sido inferior al esperado; que abrir puntos de vacunación sin cita previa ha dificultado la previsión de dosis, y que, en el caso de la vacunación con cita previa, un 10 % de las personas citadas no se ha presentado.
Aunque estaría la opción de aplazar la fecha de vencimiento (a medida que se disponga de más datos de estabilidad), que falten vacunas en tantos lugares del mundo y que aquí, y posiblemente en muchos otros países ricos, se lleguen a tirar viales horroriza y avergüenza a partes iguales.
¿Este gravísimo problema tiene solución?
Debería tenerla; se trata de un asunto de salud pública de primera magnitud mundial pero también económico y de ética.
¿De qué sirve el Acelerador del acceso a las herramientas contra la COVID-19 (Acelerador ACT) y el Mecanismo de Acceso Mundial a las Vacunas contra la COVID-19 (COVAX), si los países que tienen la inmensa suerte de acceder sin problemas a estas vacunas no las tratan como oro en paño?
¿Quizá se podría evitar esta ignominia con una única, y auténtica, estrategia mundial y con la implicación, con visión bioética, de todos agentes que forman parte de la cadena de las vacunas? A saber…
septiembre 28/2021 (Diario Médico)