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La hipertensión se ha convertido en una amenaza invisible con consecuencias potencialmente fatales para prácticamente la mitad de los 1 280 millones de personas que padecen de ella y que viven -en ocho de cada diez casos- en países de rentas medias y bajas, según el primer estudio sobre esta cuestión publicado en veinte años y que sale en The Lancet.
Al menos 580 millones de hipertensos desconocen su situación porque nunca han sido diagnosticados, a pesar de que hacerlo es muy fácil y el tratamiento es barato. Para el estudio, en el que han colaborado la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la universidad Imperial College London, se han analizado datos de cien millones de personas entre 30 y 79 años en 184 países que representan el 98 % de la población mundial en un periodo de treinta años.
La hipertensión se definió como tener presión arterial sistólica de 140 mm Hg o más, presión arterial diastólica de 90 mm Hg o más o tomar medicamentos para esta enfermedad.
En tres décadas el número de personas con hipertensión han pasado de 650 millones a 1 280 millones, pero en realidad la tasa de prevalencia mundial no ha variado considerablemente y el aumento se debe al crecimiento demográfico y al envejecimiento de la población.
El cambio más importante que han encontrado los investigadores es que el peso de esta enfermedad ha pasado de concentrarse en los países ricos a los países pobres, con el primer grupo que actualmente exhibe las tasas más bajas de hipertensión, a diferencia de los segundos.
Alemania en primer lugar, España en segundo y Japón en tercero son los tres países del mundo donde la hipertensión entre las mujeres se ha reducido más en las últimas tres décadas. En el caso de los hombres, esta tendencia la han liderado, en orden decreciente, Alemania, Suiza y Reino Unido.
Por el contrario, el porcentaje de mujeres con hipertensión ha aumentado en tres pequeñas y remotas islas del Pacífico -Kiribati, Tonga y Tuvalu-, mientras que entre los hombres los mayores aumentos se han observado en Uzbekistán, Argentina y Paraguay.
En términos relativos (de acuerdo a su población), Perú ocupa el segundo lugar a nivel mundial con la prevalencia más baja de hipertensión entre mujeres (18 %) y España el quinto (21 %). Entre los hombres, Eritrea y Perú tienen las tasas más bajas (22 % y 23 %, respectivamente). Paraguay es el país del mundo con la prevalencia de hipertensión más alta tanto en mujeres (51 %) como en hombres (62 %).
En la investigación se destaca que las grandes mejoras en las tasas de tratamiento y control observadas en algunos países de ingresos medios como Costa Rica, Kazajstán, Sudáfrica, Brasil, Turquía e Irán durante las últimas tres décadas muestran que la expansión de la cobertura universal de salud y el fortalecimiento de la Atención Primaria han sido fundamentales en la mejora del cuidado de la hipertensión.
El problema de la hipertensión pasa en gran medida desapercibido por parte de quienes la sufren. Menos de una de cada cuatro mujeres y uno de cada cinco hombres con hipertensión controlan o hacen controlar su presión arterial y pueden medicarse para regularla, según el estudio.
Mejoras solo para algunos
Los investigadores concluyen que el tratamiento y el control de la hipertensión han mejorado en la mayoría de los países desde 1990, «con mejoras particularmente importantes (de más de 30 puntos porcentuales) observadas en países de ingresos altos como Canadá, Islandia y Corea del Sur (donde los niveles de tratamiento fueron superiores al 70% y las tasas de control fueron superiores al 50% en 2019), y en varios países de ingresos medios y altos, como Costa Rica, donde más del 65 % de los adultos con hipertensión fueron tratados y casi la mitad tuvo su condición controlada en 2019″.
Sin embargo, denuncian que ha habido pocos cambios en África subsahariana y Oceanía, Nepal e Indonesia, donde menos de una cuarta parte de las mujeres y menos de una quinta parte de los hombres con hipertensión estaban recibiendo tratamiento en 2019, y menos del 10 % tenía la enfermedad bien controlada.
Medidas para frenar el crecimiento
«Es un fracaso de salud pública que tanta gente tenga una presión arterial elevada y no accedan al tratamiento que necesitan», señaló el profesor Majid Ezzati, uno de los autores del estudio.
Para ello propone el desarrollo de «políticas que permitan a las personas de los países más pobres acceder a alimentos más saludables, medidas encaminadas a reducir la ingesta de sal y haciendo que las frutas y verduras sean más asequibles y accesibles». No se olvida de la necesidad de «fortalecer la AP y ampliar la cobertura sanitaria universal» ni de «garantizar el acceso ininterrumpido a medicamentos eficaces, que deben financiarse para frenar la creciente epidemia de hipertensión en los países de ingresos bajos y medianos”.
Clara Chow, de la Universidad de Sydney, Australia, (que no participó en el estudio) ha apuntado otras medidas que tienen que ver con la transformación digital, como la «telemonitorización, la monitorización de la presión arterial en el hogar, recordatorios de mensajes de texto para mejorar la adherencia y otras intervenciones de salud digital para fomentar comportamientos saludables». También defiende establecer tratamientos más sencillos, con una terapia inicial combinada, como una sola pastilla».
Como recuerdan los autores del trabajo, la hipertensión está directamente relacionada con más de 8.5 millones de muertes en todo el mundo cada año y es el principal factor de riesgo de accidente cerebrovascular, cardiopatía isquémica, otras enfermedades vasculares y enfermedad renal. Por tanto, afirman que reducir la hipertensión «puede reducir el número de accidentes cerebrovasculares en entre un 35 % y un 40 %; los ataques cardíacos, entre un 20 % y un 25 %, y la insuficiencia cardíaca, aproximadamente, un 50 %».
Guía de la OMS
Coincidiendo con este estudio, la OMS ha sacado una nueva guía sobre el tratamiento de la hipertensión en adultos con nuevas recomendaciones para ayudar a los países a mejorar el abordaje de la patología.
Taskeen Khan, del Departamento de Enfermedades No Transmisibles de la OMS y responsable de la guía, ha señalado que esta nueva directriz, «la primera en veinte años, proporciona la orientación basada en la evidencia más actual y relevante sobre el inicio de la terapia en hipertensión en adultos». Además, indica qué tipo de medicamento o combinación de medicamentos usar, los valores de presión arterial objetivos y la frecuencia con la que deben realizarse controles de seguimiento de la presión arterial.
Igualmente, proporciona la base para que médicos y otros profesionales sanitarios pueden contribuir a mejorar la detección y el tratamiento de la hipertensión.
septiembre 27/2021 (Diario Médico)