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La combinación de la debilidad muscular y la grasa concentrada en la zona abdominal puede servir como una alerta para los ancianos, que les indique que los problemas de locomoción están llegando. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), en Brasil, en colaboración con University College London (UCL), mostró que las personas mayores que poseen esas dos características físicas mostraron una pérdida pronunciada de velocidad al caminar.
Esta pérdida de la velocidad del paso constituye un proceso natural del envejecimiento, pero, cuando se produce de modo acentuado, puede ocasionar problemas de movilidad. Aparte de dificultar ciertas labores cotidianas, como la de cruzar la calle en el tiempo que el semáforo lo permite, la disminución de la velocidad puede también indicar problemas futuros, como lo es el incremento del riesgo de sufrir caídas y, como consecuencia de ello, la pérdida de autonomía de los ancianos.
“En la comparación que realizamos, la mengua de la velocidad solamente ocurría de manera más pronunciada cuando ambas características, la grasa abdominal y la debilidad muscular, aparecían asociadas. Esto quiere decir que los ancianos que tenían únicamente grasa abdominal, o solamente debilidad muscular, no mostraron una disminución de la velocidad tan acentuada al caminar”, dice Tiago da Silva Alexandre, docente del Departamento de Gerontología de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar).
En este estudio, publicado en la revista Age and Aging, se analizaron los datos sobre las condiciones físicas y de velocidad al andar de 2 294 personas de más de 60 años, que integran el estudio poblacional English Longitudinal Study of Aging (ELSA). Y la investigación contó con el apoyo de la FAPESP en el marco de un proyecto Joven Investigador y de una beca doctoral.
Con base en información del banco de datos del ELSA, los investigadores dividieran a los ancianos en cuatro grupos.
Uno formado por ancianos con debilidad muscular y grasa abdominal, otro de ancianos únicamente con debilidad muscular, un tercer grupo formado por personas con grasa abdominal y, un último grupo, de ancianos que no exhibían ninguno de los factores investigados.
Aunque ninguno de los participantes en el estudio tuviesen problemas de movilidad o velocidad reducida al comienzo de las mediciones, se observó durante los ocho años subsiguientes de monitoreo que aquellos que tenían grasa abdominal y debilidad muscular exhibieron una mayor pérdida de velocidad al caminar.
Roberta de Oliveira Máximo, alumna de doctorado del Programa de Posgrado en Fisioterapia de la UFSCar y autora del estudio, explica que lo esperable es que los ancianos caminen a una velocidad de 0,8 m/s (o 2,88 km/h). “Entre los ancianos con grasa abdominal y debilidad muscular, observamos una pérdida de 0,15 m/s durante un lapso de ocho años. A ese ritmo, puede que llegue el momento en que ya no logren cruzar una calle durante el tiempo que lo permite el semáforo”, esclarece.
En efecto, otra investigación publicada en 2017 con base en datos de otro estudio epidemiológico mostró que el 97,8 % de los ancianos de la ciudad de São Paulo no logran cruzar la calle durante el tiempo que lo permiten los semáforos. En dicho estudio, denominado SABE y realizado en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo (FSP-USP), no se estipulaba una relación entre la grasa abdominal y la debilidad muscular con la dificultad para cruzar las calles.
La grasa y la inflamación
Los investigadores de la UFSCar hacen hincapié en que la grasa acumulada en la zona abdominal activa una cascada inflamatoria intensa, que consume masa muscular y disminuye la fuerza. “De allí surgió el concepto de la obesidad abdominal dinapénica, que nuestro grupo de investigación ha venido estudiando durante los últimos años. En estudios anteriores habíamos relacionado esas características, tan comunes en la población, al mayor riesgo de sufrir caídas, a alteraciones en el metabolismo de los lípidos, los hidratos de carbono, la glucosa y el colesterol, e incapacidad y muerte. Empero, para la movilidad, este es el primer estudio que efectúa esta asociación”, declara Alexandre.
En la investigación se consideró como obesos abdominales a varones con una circunferencia superior a los 102 centímetros y a mujeres con más de 88 centímetros. En tanto, con relación a la fuerza muscular, los investigadores evaluaron la fuerza de presión de la mano. Se consideró dinapénicos a varones con una fuerza inferior a los 26 kg y a mujeres con menos de 16 kg.
Al ahondar en la relación entre la acumulación de grasa, la debilidad muscular y la pérdida de movilidad, el investigador remarca que, con el envejecimiento, resulta natural que el depósito de adiposo subcutáneo migre hacia la zona abdominal.
“Entre los varones es más común que aparezca en el abdomen, mientras que en las mujeres lo usual es que surja en la zona de las caderas y en los muslos, pero a medida que las hormonas van menguando, con la menopausia, esa grasa también se va desplazando hacia el abdomen. Y de este modo se dispara la cascada inflamatoria, pues la acumulación de grasa abdominal incrementa la inflamación que consume músculos y reduce la fuerza al perjudicar también el control neural de los músculos. El resultado de ello es cada vez menos fuerza y más acumulación de grasa”, dice.
Por ende, los investigadores ponen de relieve la necesidad de la medición de la grasa abdominal y la debilidad muscular, a cargo de profesionales de la salud en consultorios y clínicas, en carácter de predictoras de la pérdida de velocidad al caminar.
“La declinación de la velocidad al caminar constituye un indicador importante, pues sugiere dificultades de movilidad y, por consiguiente, mayores riesgos de sufrir caídas e incapacidad entre ancianos. Con este hallazgo, aspiramos a que más profesionales de la salud estén atentos a este potencial predictor. Al fin y al cabo, un parte importante de la población anciana padece debilidad muscular combinada con un aumento de la grasa abdominal. Y tanto una como la otra pueden revertirse con entrenamientos de fuerza y cuidados en la alimentación”, dice.