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Las investigaciones que se han llevado a cabo durante este último año en torno a la enfermedad de la COVID-19 han revelado que sus efectos no son únicamente físicos. Los cambios en el estado de ánimo, la fatiga o la ansiedad son tan solo algunas de las consecuencias asociadas a un virus que, en algunos casos, puede derivar también en serios problemas mentales. Incluso después de haberlo superado. De hecho, según un estudio publicado en la revista JAMA Network Open, más de la mitad de los supervivientes al coronavirus presentan síntomas “moderados o graves” de depresión.
El estudio encabezado por investigadores del Massachusetts General Hospital de Boston, revela que el 52,4 % de una muestra de 3 900 personas que habían pasado la COVID-19 presentaba síntomas medios o graves de trastorno depresivo. Una dolencia más común entre la población joven, apunta el informe, que añade que la probabilidad de estas dolencias disminuye conforme aumenta el rango de edad.
Por otro lado, indica que las mujeres tienen una menor probabilidad de sufrir estos síntomas, así como aquellos que padecieron una enfermedad más “suave”.
Dolor de cabeza, vinculado al trastorno depresivo
Según la citada investigación, las personas que afirmaron haber padecido dolor de cabeza durante la enfermedad reflejaban un mayor riesgo de sufrir síntomas depresivos. Incide el estudio en el hecho de que no se puede descartar la posibilidad de que los pacientes con depresión tengan a su vez más probabilidades de tener dolores de cabeza. No obstante, destaca que no se puede afirmar que el dolor de cabeza haga más difícil la recuperación de la COVID-19 ni se vincule con un mayor riesgo de infección.
Los investigadores reiteran la “evidencia” cada vez más clara de las posibles secuelas mentales que puede acarrear el coronavirus para los pacientes contagiados, y ponen de relieve la necesidad de llevar a cabo estrategias para mitigar el riesgo de síntomas depresivos tras una infección aguda.
marzo 16/2021 (Redacción Médica)