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Los pacientes de cáncer de mama tienen un 60 por ciento más de probabilidades de morir de cáncer después de sobrevivir a un ataque cardíaco,
según un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Escuela de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York (NYU), que publican en la revista Nature Medicine.
El estudio ha comprobado cómo los ataques cardíacos, al bloquear el flujo sanguíneo a través de las arterias, desencadenan una reacción inmune específica contra el cáncer.
Diseñado por la evolución para atacar las bacterias y los virus invasores, el sistema inmunitario también reconoce las células cancerosas como anormales y dignas de ataque, explican los autores del estudio. Pero descubrieron que el ataque cardíaco, junto con otros eventos que reducen el flujo sanguíneo, como derrames cerebrales e insuficiencia cardíaca, provocan cambios en las células inmunes que las hacen menos capaces de responder a los tumores.
El análisis de más de 1 700 pacientes con cáncer de mama en etapa temprana encontró que aquellos que también experimentaron ataque cardíaco, accidente cerebrovascular o insuficiencia cardíaca tenían un mayor riesgo que el cáncer reapareciera, se extendiera o muriera por ello.
El nuevo trabajo también encontró que los ratones con cáncer de mama experimentaron un aumento del doble en el volumen del tumor durante 20 días después de la ligadura (corte) del flujo sanguíneo en la arteria coronaria, lo que simuló un ataque al corazón, en comparación con los ratones con cáncer pero con flujo sanguíneo normal.
Al mitigar el ataque del sistema inmunitario a las células cancerosas, un ataque cardíaco parece proporcionar un entorno que permite el crecimiento del tumor, explica la autora correspondiente Kathryn Moore, profesora de Cardiología y directora del Centro de Investigación Cardiovascular en NYU Langone Health. Si bien se necesitarán más estudios, nuestros resultados brindan apoyo para el manejo clínico agresivo de los factores de riesgo cardiovascular, no solo para reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular, sino posiblemente la progresión del cáncer de mama.
Estudios anteriores habían establecido que tener cáncer de mama aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades del corazón, debido en gran parte al desgaste causado por la quimioterapia y la radiación. Mientras buscaba en la literatura, el equipo actual se sorprendió al descubrir que ningún laboratorio había examinado aun si los ataques cardíacos a su vez empeoran la progresión del cáncer.
Para examinar los mecanismos detrás de este enlace, los autores crearon un modelo en el que los ratones tenían células cancerosas implantadas en el tejido mamario y luego se sometieron al cierre quirúrgico (ligadura) de su arteria coronaria descendente anterior izquierda.
La contraparte humana de esta arteria es un sitio común de bloqueo del flujo sanguíneo que causa un ataque cardíaco, también llamado infarto de miocardio o IM, a menudo provocado por depósitos de colesterol o endurecimiento de las arterias.
El equipo de investigación luego comparó el crecimiento del cáncer en ratones con y sin la ligadura, con los ratones no ligados sometidos a una cirugía simulada para explicar los cambios causados por la cirugía en sí. Si bien la señal bioquímica exacta responsable aún no se ha determinado, el estudio encontró que el ataque cardíaco causa cambios en todo el sistema a las células inmunes en la médula ósea, el torrente sanguíneo y los tumores.
En primer lugar, los investigadores encontraron que los ratones con ligadura presentaban un ‘aumento marcado’ en el número de células en los tumores con marcadores de superficie que indicaban que se estaban multiplicando rápidamente (células Ki67 +), una medida de crecimiento agresivo.
Los experimentos en ratones también vincularon un ataque cardíaco inducido con un aumento del 30 por ciento en el número de glóbulos blancos llamados monocitos. Se sabe que tales células surgen y maduran en la médula ósea, ingresan al torrente sanguíneo y se alojan en sitios de lesiones, infecciones y anomalías como tumores.
Además, los autores encontraron que después de un ataque cardíaco, hubo un aumento del 60 por ciento en la proporción de monocitos inmaduros en tumores programados para no atacar más las células cancerosas allí.
Aún otras pruebas revelaron que el ataque cardíaco cambió la acción de 235 genes expresados en estas células inmunes en ratones, muchas de las cuales amplificarían el ataque inmune. Se produjeron otros cambios importantes impulsados por el IM, no en el código del gen, sino en la superestructura de la proteína que alberga el código del ADN, haciendo que las instrucciones genéticas que amplifican las respuestas inmunes sean menos accesibles para la maquinaria destinada a leerlas.
Dada la evidencia de una ‘conversación’ cruzada entre la enfermedad cardiovascular y el cáncer de mama, las medidas que reducen el riesgo de un evento cardiovascular, como el ejercicio y el tratamiento del colesterol alto y la presión arterial alta, justifican estudios adicionales como formas potenciales de evitar que el cáncer de los pacientes empeore, dice el primer autor del estudio, Graeme Koelwyn, quien dirigió el estudio en el laboratorio de Moore.
julio 16/2020 (Europa Press) – Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.