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Investigadores del Hospital Clínic y el Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS) de Barcelona, han analizado los factores climatológicos y demográficos asociados a la propagación de la COVID-19 en diferentes regiones de todo el mundo y han observado un mayor número de casos de COVID-19 en las zonas con una baja radiación solar y una alta densidad de población.
En el estudio, publicado en la revista Clinical Infectious Diseases, han participado Xabier Urra y Mar Guasp, especialistas de Neurología del Hospital Clínic junto con Carlos Laredo, todos ellos investigadores del Idibaps.
«El coronavirus SARS-CoV-2 es un nuevo tipo de coronavirus que se detectó por primera vez en diciembre de 2019 en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, en China. En ocho de cada 10 personas la enfermedad, la COVID-19 provoca síntomas respiratorios leves, pero puede llegar a causar una enfermedad respiratoria severa, como, por ejemplo, una neumonía, e incluso la muerte«, recuerda el Clínic en una nota de prensa sobre el citado estudio.
Los factores clave que han hecho que el SARS-CoV-2 se propagara «no se conocen con certeza. Diferentes análisis sugieren la climatología podría influenciar la evolución de la pandemia. Estaría de acuerdo con la naturaleza estacional de ciertos virus de la familia de los betacoronavirus y con el hecho de que las variables ambientales, como las altas temperaturas o la alta humedad, disminuyen la capacidad de propagación de la gripe, añade.
Pero no hay un consenso sobre si el aumento de las temperaturas o la humedad que se espera en los próximos meses frenará la transmisión del virus, señala Urra, coordinador del estudio. Conocer los factores que influyen en la diseminación de la COVID-19 podría ayudar anticipar sus consecuencias y a tomar medidas para mitigar su impacto, añade.
Para el estudio, los investigadores han analizado si las diferencias en la incidencia de la COVID-19 se pueden asociar a factores climatológicos o a la densidad de población. Para ello, han correlacionado los casos de COVID-19 reportados en las primeras semanas de la epidemia en cada país y región con los datos climatológicos en el mismo periodo de tiempo.
Radiación Ultra Violeta
Los resultados demuestran que la incidencia de la COVID-19, es superior cuanto menor es la radiación solar y mayor es la densidad de población. “Aunque por si misma, la radiación UV no es suficiente por si sola para frenar la COVID-19, el efecto protector de la radiación solar era de una magnitud similar al aumento asociado a la densidad poblacional, y el aumento que se producirá en las próximas semanas puede ayudar a disminuir su progresión, explica Urra.
Actualmente estamos estudiando la relación entre factores climáticos y la incidencia de la COVID-19 y la frecuencia de anticuerpos frente al virus en España, apunta.
Los autores concluyen que se requieren más estudios sobre el potencial efecto protector de la radiación solar sobre la COVID-19, para estudiar el papel de los cambios meteorológicos estacionales en la propagación de la COVID-19.