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Más del 5 por ciento de la población mundial (446 millones de personas) tiene una pérdida auditiva incapacitante y 1 de cada 10 lo será en el año 2050, según ha avisado la Organización Mundial de la Salud (OMS) .
La pérdida auditiva incapacitante se refiere a la pérdida auditiva mayor de 40 decibelios (dB) en el mejor oído auditivo en adultos y una pérdida auditiva mayor de 30 dB en el caso de niños. La mayoría de las personas que padecen este problema viven en países de bajos y medianos ingresos, especialmente en las regiones del sur de Asia, Asia Pacífico y África subsahariana.
La pérdida de audición puede estar causada por factores genéticos hereditarios y no hereditarios o por ciertas complicaciones durante el embarazo y el parto, que incluyen rubéola materna, sífilis u otras infecciones durante el embarazo; bajo peso al nacer; asfixia de nacimiento (falta de oxígeno en el momento del nacimiento); uso inapropiado de medicamentos particulares durante el embarazo, como aminoglucósidos, medicamentos citotóxicos, medicamentos antipalúdicos y diuréticos; e ictericia grave en el período neonatal, que puede dañar el nervio auditivo en un recién nacido.
Asimismo, también se puede producir por causas adquiridas como, por ejemplo, enfermedades infecciosas que incluyen meningitis, sarampión y paperas; infecciones crónicas del oído; acumulación de líquido en el oído (otitis media); uso de ciertos medicamentos, como los utilizados en el tratamiento de infecciones neonatales, paludismo, tuberculosis farmacorresistente y cánceres; lesión en la cabeza o el oído; y ruido excesivo, incluido el ruido laboral como el de maquinaria y explosiones.
No obstante, también se puede deber a una exposición recreativa a sonidos fuertes como el del uso de dispositivos de audio personales a grandes volúmenes y por períodos prolongados de tiempo y asistencia regular a conciertos, clubes nocturnos, bares y eventos deportivos; al envejecimiento debido a la degeneración de las células sensoriales; y a la presencia de cera o cuerpos extraños que bloquean el canal auditivo.
Las personas con problemas de audición generalmente se comunican a través del lenguaje hablado y pueden beneficiarse de los audífonos, los implantes cocleares y otros dispositivos de asistencia, así como de los subtítulos.
En este sentido, la OMS ha comentado que, en el caso de los niños con pérdida auditiva no tratada suele producirse un retraso en el desarrollo del lenguaje y, por ende, problemas en el rendimiento académico. Además, y a nivel general, la exclusión de la comunicación puede tener un impacto significativo en la vida social, causando sentimientos de soledad, aislamiento y frustración, particularmente entre las personas mayores con pérdida auditiva.
marzo 10/2020 (Europa Press) – Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.