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Las comunidades microbianas sólidas y bien estructuradas se relacionan con una menor susceptibilidad a padecer infecciones respiratorias en la infancia.
Las bacterias microscópicas, presentes en todos los humanos, se agrupan y forman comunidades en diferentes partes del organismo -intestino, pulmones, nariz y boca- dando lugar a lo que conocemos como microbiota. Ahora, por primera vez, un estudio presentado en el Congreso Internacional de la Sociedad Europea de Aparato Respiratorio (ERS), celebrado recientemente en Madrid, demuestra hasta qué punto estas comunidades microbianas están vinculadas entre sí en todo el organismo, y cómo estas redes están asociadas con la susceptibilidad a las infecciones respiratorias en los bebés.
Melanie Clerc, del Centro de Investigación de Inflamación de la Universidad de Edimburgo, Reino Unido, y autora del estudio ha señalado que los bebés cuyas comunidades microbianas o microbiota se organizaron en redes de grupos grandes y bien conectados que tenían menos infecciones respiratorias que aquellos con redes más fragmentadas.
Las bacterias del intestino y del tracto respiratorio están asociadas independientemente con la susceptibilidad y la gravedad de las infecciones respiratorias. Sin embargo, hasta ahora, los investigadores se han centrado principalmente en los vínculos entre una enfermedad particular y las bacterias intestinales o la comunidad bacteriana local en el sitio de la enfermedad, como los pulmones. Creemos que somos el primer grupo que muestra hasta qué punto las comunidades microbianas están vinculadas a través de diferentes sitios del cuerpo, y que tener una red microbiana estable y bien estructurada desde una edad temprana puede estar relacionado con una mejor salud respiratoria durante el primer año de vida.
Redes bien definidas
El equipo, dirigido por la profesora Debby Bogaert, recogió muestras una semana después del nacimiento y luego a los dos, cuatro y seis meses de edad de la nariz, la boca y el intestino de 120 bebés sanos que se inscribieron en el estudio prospectivo Microbiome Utrecht Infant Study en los Países Bajos. También se reunió información sobre estilos de vida y factores ambientales que afectan a los bebés, y cuántas infecciones respiratorias desarrollaron en el primer año de vida. Se utilizó además un algoritmo matemático para crear redes que describen cómo toda esa microbiota está vinculada en cada momento en el que se analizó la muestra y a lo largo del tiempo.
Una semana después del nacimiento, las redes microbianas ya estaban bien definidas en los bebés que experimentaron infecciones en el primer año de vida. Estaban compuestas por cuatro grandes grupos de bacterias: tres eran específicos para la nariz, la boca o el intestino y, un cuarto, grupo de bacterias, compuesto por especie de origen mixto que unía los otros tres grupos. El tamaño, la composición y la conectividad de estos grupos se mantuvieron estables durante el año.
Camino para prevenir infecciones
Sin embargo, las redes de los niños que desarrollaron más infecciones del tracto respiratorio mostraron grupos pequeños, con una conectividad no tan idónea desde el principio de la vida y que tendieron a cambiar más con el tiempo, incluso antes de que ocurrieran las infecciones, señala Clerc.
Según Bogaert, estos hallazgos pueden conducir al desarrollo de nuevas ideas sobre las formas de usar estas conexiones microbianas entre sitios para prevenir infecciones respiratorias en la infancia y comprender cómo la susceptibilidad a la enfermedad está vinculada a la forma en que maduran estas comunidades microbianas. Además, las intervenciones, inmediatamente antes o después del nacimiento, como la cesárea o el tratamiento con antibióticos, podrían tener más impacto de lo que preveíamos anteriormente debido a su efecto extendido sobre la forma en que las comunidades microbianas en el organismo están conectadas.
octubre 10/2019 (Diario Médico)