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Los niños que crecen en hogares con acceso limitado a alimentos nutritivos (conocido como inseguridad alimentaria) tienen más probabilidades de experimentar problemas de salud, hospitalizaciones y desarrollo en general, pero no tienen mayor riesgo de desarrollar obesidad, según una nueva investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland, Estados Unidos.
La investigación, que ha sido publicada en la revista Pediatrics, examinó el impacto de la inseguridad alimentaria entre los niños desde el nacimiento hasta los cuatro años y encontró que las tasas de obesidad generalmente no diferían entre los que vivían en hogares con inseguridad alimentaria en comparación con los que tenían acceso a alimentos saludables.
Sin embargo, descubrimos que crecer en una comunidad de bajos ingresos, por lo general con una falta de acceso a tiendas de alimentos saludables, un exceso de cadenas de comida rápida y pocas áreas seguras para jugar al aire libre, aumentó el riesgo de desarrollo de obesidad de un niño en edad preescolar, independientemente de la seguridad alimentaria, ha explicado Maureen Black, líder del estudio y profesora de pediatría en la Universidad de Maryland, que ha calificado esta situación de alarmante y un importante problema de salud pública.
Para el estudio, los investigadores analizaron datos de 28 184 niños de diversas razas y etnias menores de cuatro años pertenecientes a hogares de bajos ingresos en cinco ciudades de Estados Unidos que participan en Children’s HealthWatch, una red de salud pública que monitorea cómo se relacionan las dificultades económicas con el desarrollo y crecimiento de los niños.
Si bien el estudio no encontró un vínculo entre la inseguridad alimentaria y el riesgo de obesidad, sí encontró que la inseguridad alimentaria se asoció con un riesgo significativamente mayor de que un niño tenga mala salud y experimente un retraso en el desarrollo. Además, las probabilidades aumentan con la edad hasta los cuatro años. En concreto, los niños de dos a tres años que vivían en hogares con inseguridad alimentaria tenían un riesgo 24 por ciento mayor de obesidad en comparación con aquellos que vivían en hogares que tenían seguridad alimentaria.
No estoy seguro de qué hacer con este hallazgo, ha reconocido la doctora Black. Podría ser este el momento en que los niños pequeños prueban primero alimentos para adultos, que en hogares con inseguridad alimentaria pueden ser alimentos de bajo costo y bajos en nutrientes. Además, la selectividad y la vacilación para probar nuevos alimentos alcanzan su punto máximo durante este período de edad y pueden estar asociado con un exceso de bocadillos, ha añadido.
Los estudios anteriores que examinaban la inseguridad alimentaria en niños menores de 4 años no se estratificaron por edad, lo que enmascara potencialmente las diferencias en los resultados. Este nuevo estudio encontró un aumento constante en las tasas de obesidad a medida que los niños crecían desde la infancia: aproximadamente el 13 por ciento de las edades de 1 a 2 años eran obesos en comparación con casi el 24 por ciento de las edades de 3 a 4.
Recomendamos a los proveedores de atención médica sigan las pautas de la Academia Estadounidense de Pediatría, para evaluar y controlar la inseguridad alimentaria, lo que implica proporcionar a las familias programas gubernamentales de asistencia alimentaria, han apuntado los investigadores.
setiembre 23/2019 (Europa Press).- Tomado del Boletín temático en Medicina. Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.