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Hoy 7 de mayo, se celebra el Día Mundial del Asma, iniciativa auspiciada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Global Initiative for Asthma (GINA), para concienciar a la población de la importancia de detectarla y controlarla desde sus inicios.
Es muy frecuente en todo el mundo y últimamente ha aumentado mucho en los países occidentales. Hay más de 150 millones de afectados en el mundo y en España algo más de 3 millones de personas la sufren.
El asma es una enfermedad respiratoria crónica que causa inflamación y estrechamiento de las vías respiratorias. Se caracteriza por la presencia de síntomas, siendo los más característicos la tos repetitiva y habitualmente seca, pitidos o ruidos en el pecho, falta de aire y sensación de opresión en el pecho, entre otros.
La intensidad de estos síntomas es típicamente variable, puede cambiar incluso a lo largo del día, y a lo largo de días y meses. Con mucha frecuencia los síntomas son mayores durante la noche o al inicio de la mañana después de despertar.
Según explica el doctor José María Echave-Sustaeta, jefe de servicio de Neumología del Hospital La Luz, “esta variabilidad es típica del asma, pero puede ser provocada por factores ambientales, exposición a alérgenos en los alérgicos, exposición al aire frío, contaminación ambiental, infecciones respiratorias, etc.”
En la mayor parte de las personas con asma bronquial, la obstrucción bronquial característica del asma, puede ser reversible total o parcialmente, bien de forma espontánea o por acción de los medicamentos.
Las causas
Para el doctor Echave-Sustaeta uno de los factores de riesgo más importantes que incrementan las probabilidades de desarrollar un asma es el hereditario. Tiene más probabilidades de tener un asma un niño o una niña cuyos padres la padecen. Esto explica que un alto porcentaje de personas que tienen asma tengan algún familiar que también la sufra. Pero existen otros factores de riesgo como la obesidad, la rinitis crónica (inflamación persistente de la nariz con estornudos, picor y mucosidad nasal), tabaquismo activo o pasivo, o incluso factores emocionales como el estrés laboral…
“Por todo ello, el controlar estos factores tienen mucha importancia en el tratamiento del asma. Es fundamental para el diagnóstico correcto, el hacer pruebas que evalúen la función de los pulmones, siendo las más importantes las que permiten ver si existe obstrucción reversible de los bronquios”, asevera este especialista.
En España tiene asma un 5% de los adultos y un 10% de los niños, esto quiere decir que en cualquier clase del colegio, alrededor de 2-3 niños tienen que usar inhaladores para el asma. El asma se suele iniciar antes de los 10 años, y es menos frecuente que el inicio de los síntomas asmáticos se produzca después de los 40 años.
“Actualmente los niños pequeños, especialmente los que crecen en ambientes urbanos y/o en familias poco numerosas, se exponen mucho menos a determinados microorganismos. Esto provocaría que su sistema inmunitario (el que se encarga de defendernos de las infecciones) se desarrolle de forma diferente, favoreciendo la aparición del asma y reacciones alérgicas”, advierte Echave-Sustaeta.
La frecuencia varía en diferentes áreas geográficas, es mayor en zonas costeras y los síntomas suelen cambiar de unas personas a otras y variar a lo largo del tiempo.
Ante una sospecha de asma, la primera prueba a realizar es la espirometría, un sencillo procedimiento que consiste en llenar los pulmones de la máxima cantidad de aire posible y expulsarlo hasta el final tan rápido como podamos. Si esta prueba informa que están los bronquios obstruidos, se realizará un test de broncodilatación. “Consiste en administrar un broncodilatador de rápido inicio de acción (habitualmente Salbutamol), y se nos repetirá la espirometría unos 15 minutos después. La función de este broncodilatador es relajar la musculatura que rodea al bronquio, que en el asma suele tener una contracción en mayor o menor medida”, explica el doctor José María Echave-Sustaeta.
Si en esta segunda prueba, -continua este experto-, hay una mejoría muy significativa (hemos dilatado los bronquios o lo que es lo mismo se ha reducido la estrechez bronquial), indica que tenemos unos bronquios muy reactivos. Lo que llamamos hiperreactividad bronquial, esto es muy característico pero no exclusivo del asma.
El asma es una enfermedad “tan agradecida” al tratamiento, que la mayoría de los pacientes con asma bronquial experimentan mejorías muy notables con el tratamiento adecuado, en muchos casos pueden desaparecer todos los síntomas.
“Los tratamientos actuales permiten, en la casi totalidad de los que tienen asma leve y moderado y en muchos de los que tienen asma grave, controlar la enfermedad y tener una vida normal, sin limitaciones”, concluye el doctor Echave-Sustaeta.