Aunque la dicotomía naturaleza-crianza (nature-nurture en inglés) sigue originando debates y estudios sobre la preponderancia o influencia de una u otra, hay bastante consenso en considerar que ambas condicionan el desarrollo humano. Hay herencia genética que determina rasgos físicos y psíquicos, y hay un contexto educativo, nutritivo, familiar, social, étnico y epigenético que modela los genes.
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En simplificación metafórica, de un bloque de mármol, piedra caliza, arcilla o hierro (naturaleza), un escultor (crianza) puede cincelar una obra de arte y otro, una pieza informe. A esa doble acción hay que añadir en el ser humano su libertad y capacidades internas: no se trata, obviamente, de un material inerte; puede resistirse y no aceptar los golpes del artista, puede cambiar de aires y puede potenciar o malograr su carga genética en función de las decisiones que vaya tomando: desde aprender un idioma a jugar al bádminton o moderarse con los dulces.
Pensar que la vida de alguien está escrita en sus genes ignora, como en la Luna, una cara oculta.
El auge de las secuenciaciones genéticas, consagradas a comienzos de este siglo con el Proyecto Genoma Humano, ha ensalzado un área decisiva en Medicina, en especial en enfermedades con clara etiología genética o, como en Oncología, con mutaciones cuya supresión puede ser curativa. Pero lo que en un principio parecía más sencillo, se está enrevesando: para trastornos algo complejos los análisis genómicos no dejan de aislar genes influyentes, por no hablar de la inteligencia u otros rasgos menos tangibles. Los genes pueden establecer unas reglas, pero el resultado varía, a veces sustancialmente, de una ejecución a otra del programa. En el cerebro, por ejemplo, pequeñas diferencias en una etapa pueden tener consecuencias en cascada y ser amplificadas en etapas posteriores del desarrollo, como se ha observado en los estudios con gemelos.
De ahí el revuelo mundial ocasionado por la manipulación genética embrionaria del chino He Jiankui o los debates sobre la potenciación eugenésica: a pesar de los avances sustanciales, apenas entendemos el código biológico de la vida. Por eso es muy positivo el impulso del Senado a la genómica en España que se explica en el reportaje Guía profesional y plan político para que la medicina de precisión impregne el SNS y, sobre todo, las medidas de armonización, confidencialidad, seguridad y personalización que se proponen. En un terreno tan delicado, las consideraciones bioéticas deben presidir los desarrollos científicos.
enero 29/2019 (diariomedico.com)