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Un estudio ha mostrado que los agresores con un consumo de alcohol excesivo y continuado presentan un mayor número de déficits en las funciones ejecutivas.Así, destaca una mayor rigidez mental, un déficit de planificación y capacidad de inhibición mayor, y también una capacidad de atención deficiente y menor memoria de trabajo.
Los autores examinaron a un centenar de hombres divididos en tres grupos: condenados por violencia de género con alto (n = 28) y bajo (n = 35) consumo de alcohol y personas sin antecedentes penales (n = 37). La investigación, que se realizó durante tres sesiones consecutivas, constó de varias entrevistas a los voluntarios realizadas por especialistas, en las que se determinó que su perfil era el óptimo para las pruebas neuropsicológicas. Algunas de las condiciones fueron la condena por violencia de género con una pena de prisión menor a dos años de cárcel y sin antecedentes penales, y no tener diagnosticada ninguna enfermedad mental.
El objetivo final de la investigación era la creación de una evaluación más completa y precisa sobre la probabilidad de reincidencia, hecho de suma importancia cuando se ha de tomar una decisión rápida en las horas posteriores al momento en el que los agresores pasan a disposición judicial.
Otra de las conclusiones es que los agresores con un elevado consumo de alcohol tienen más dificultades para empatizar y reconocer las emociones faciales en el rostro de su pareja en comparación con los no consumidores de alcohol y los no violentos. El estudio fue publicado por Alcohol 2018.
octubre 24/2018 (neurologia.com)