Paliar, del latín pallium, manto o capa, significa desde el punto de vista médico calmar los síntomas sin entrar en sus causas. Es decir, aplicar un tratamiento o remedio que tiene por finalidad disminuir o suprimir los síntomas de una enfermedad sin actuar sobre ella.

hands-compassion-1080x675Como escribió la hematóloga y paliativista británica Thérèse Vanier, se resumiría en “todo lo que queda por hacer cuando ya no se puede hacer nada”. No poder sanar a una persona no implica que no haya que cuidarla. En ese todo multidisciplinar entraría no solo el aspecto biológico de la enfermedad sino el psicológico, social, familiar y espiritual. Sobre estas premisas se basa el documento sobre la promoción global de los cuidados paliativos (CP) que ha elaborado el grupo PAL-LIFE de la Academia Pontificia de la Vida y que se publica en el último número de Journal of Palliative Medicine.

Es fruto de dos años de trabajo de trece expertos reconocidos por su actividad promotora de los cuidados paliativos. Ha sido coordinado por Carlos Centeno, de la Universidad de Navarra, y figuran especialistas en paliativos de Egipto, India, Corea del Sur, Uganda, Rumanía, Alemania y Estados Unidos. En diversas fases, los participantes han identificado los grupos de interés o instituciones claves en estos cuidados y para cada uno han propuesto recomendaciones estratégicas.

Cuidado espiritual, físico y psicosocial en paliativos

Entre otras recomendaciones, se insiste en el acceso a la morfina y otros analgésicos opioides incluidos en la lista de medicamentos esenciales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y en la importancia del cuidado espiritual al mismo nivel que el cuidado físico o el psicosocial, junto a la necesaria formación de los profesionales sanitarios en un ámbito cuyo abandono termina en sufrimientos evitables o en la tentadora vía rápida de la eutanasia. Hay que resaltar que en las sesiones de debate se recogieron las perspectivas cristiana, hindú, hebrea y musulmana. El informe añade que, aunque se aprecia un crecimiento sostenido de los CP a nivel global, la demanda desborda la previsión y además el crecimiento en los distintos países ha sido muy desigual, según los datos de la OMS, The Economist Intelligence Unit y los Atlas de Cuidados Paliativos del Programa Atlantes que dirige Carlos Centeno.

Principales recomendaciones en paliativos

Estas son algunas de las principales recomendaciones dirigidas a los principales grupos de interés (el informe completo está disponible en www.academyforlife.va):

1. Responsables políticos: garantizar el acceso universal a los cuidados paliativos para todos aquellos que los necesiten.
2. Universidades: ofrecer cursos obligatorios de CP en el pregrado de las facultades de Ciencias de la Salud.
3. Profesionales sanitarios: promover una certificación adecuada de la formación en CP.
4. Hospitales e instituciones sanitarias: asegurar el acceso a medicamentos de CP, en especial la morfina de liberación inmediata, y aceptar en su estructura la provisión de servicios de CP como un imperativo ético y moral.
5. Asociaciones de CP: ser promotoras eficaces con cursos de formación continuada y trabajar con los gobiernos en la implantación de las recomendaciones internacionales sobre CP.

Junto a estos actores principales, el documento establece otros consejos destinados a organizaciones internacionales, medios de comunicación, organizaciones filantrópicas y de caridad, autoridades farmacéuticas, pacientes y grupos de pacientes, profesionales del cuidado espiritual, asociaciones y sociedades ajenas a los CP, y farmacéuticos.

En medio de una opinión pública removida esporádicamente por casos puntuales y de unas legislaciones variadas y confusas sobre el fin de la vida, los expertos de PAL-LIFE aclaran que los CP no son solo para moribundos y que en diversas circunstancias deben aplicarse en los comienzos de una enfermedad. “Esto requiere un cambio cultural que vaya desde los médicos a la población general”.

Muchas veces las polémicas sociales, políticas y periodísticas se fundamentan en el desconocimiento de los procesos y en la manipulación o ambigüedad de los términos empleados, como los de eutanasia activa y pasiva: la comprensión de estos conceptos es inseparable de la visión que se tenga tanto de la vida y su sentido como de la muerte. “Algunos pacientes piensan equivocadamente que tratar los síntomas es un modo de acelerar la muerte. Es una incultura sanitaria importante que los pacientes y sus familias no sepan que los CP pueden ser brindados junto a los tratamientos dirigidos contra la enfermedad”. Aliviar el dolor, aunque se adelante la muerte, no es eutanasia; la muerte no se produce como causa directa de la ingestión de fármacos.

Las fronteras en ocasiones no son fáciles de discernir; de ahí que la pertinente proporcionalidad de las soluciones aplicadas sea competencia de la ciencia médica. El médico, por tanto, no debería convertirse en un mero ejecutor de los deseos del paciente, sino en un profesional con un ethos (palabra griega que significa mi «costumbre y conducta » y, a partir de ahí, «conducta, carácter, personalidad». Es la raíz de términos como ética y etología) conocido y valorado: no dañar, sanar en la medida de lo posible y suavizar los sufrimientos ante la muerte inminente.
octubre 14/2018 (diariomedico.com)

 

octubre 15, 2018 | Lic. Heidy Ramírez Vázquez | Filed under: Bienestar y Calidad de Vida, Medicina, Salud Pública | Etiquetas: |

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