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La facilidad actual para hacer fotos con el móvil hace que mucha gente solo vea el mundo en modo digital e invite luego a amigos y parientes a verlo en ese formato.
Capturar y congelar esas instantáneas y difundirlas a través de plataformas como Instagram o Blipfoto puede contribuir al bienestar, según un estudio de Liz Brewster, de la Universidad de Lancaster, y Andrew Cox, de la Universidad de Sheffield, que se publicó en mayo en la revista Health. Durante dos meses registraron qué fotos tomaban las personas, qué texto agregaban y cómo interactuaban con otros en esos portales fotográficos. Así descubrieron que tomar una foto diaria contribuye al autocuidado, a la interacción social y a la memoria.
Ese acto centra la atención y el dinamismo personal. «Mi trabajo es muy estresante», dijo un participante. «Solo el pensamiento: ‘¡Espera un momento! Me detendré y tomaré una fotografía de este insecto posado en mi ordenador’ o algo así es muy saludable». También conduce a hacer más ejercicio y a dar un sentido de propósito, competencia y logro a la vida. «A veces me anima a salir de casa cuando podía sentarme con una taza de té», alega otro.
Para algunas personas esas sencillas maniobras les ayudan a manejar la soledad y el dolor, así como a conocer personas con intereses compartidos. Las interacciones en línea crean una comunidad basada en las fotos y el texto que las acompaña. «Cuando estoy algo abatido -reflexiona un tercero-, esas imágenes me ofrecen recuerdos positivos». Para los investigadores esta fototerapia es «un proceso activo de creación de significado, en el que emerge una nueva conceptualización del bienestar». Para los amigos de esos fotógrafos compulsivos puede ser un motivo de malestar y de ruptura de relaciones.
julio 2/2018 (diariomedico.com)