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El uso del metilfenidato en la práctica médica habitual está presente desde principios del siglo XX y ha experimentado un incremento exponencial en cuanto a prescripciones, por lo que un reciente artículo ha revisado el estado de conocimiento actual sobre los efectos secundarios de este fármaco en población infantil y juvenil.
Los autores han consultado diferentes bases de datos y han incluido en su investigación análisis clínicos, metaanálisis, estudios prospectivos observacionales y revisiones sistemáticas. En primer lugar, se observa un incremento mínimo en la tensión arterial y la frecuencia cardíaca, pero algunos estudios recientes parecen sugerir una infraestimación del riesgo a largo plazo. En lo que se refiere al apetito y el crecimiento, casi toda la bibliografía actual apunta a una ralentización del ritmo de crecimiento, que se recupera al interrumpir el tratamiento.
Un factor importante, como es la evolución en paralelo de la edad ósea, no se ha valorado en la mayoría de los estudios realizados. En el sueño no habría empeoramiento significativo en los pacientes tratados con psicoestimulantes respecto a los no tratados, y en relación con el sistema nervioso central, no parece haber evidencia de un incremento del riesgo de aparición o empeoramiento de tics tras introducir el tratamiento. El afecto y la emoción son áreas poco exploradas.
En conclusión, parece persisitir una sensación de incertidumbre en algunas áreas respecto a los efectos secundarios asociados al uso de psicoestimulantes. El aspecto que más influye en esta percepción de falta de evidencia clara es la corta duración de la mayoría de los trabajos, cuando precisamente el tratamiento con estos fármacos puede prolongarse casi en la totalidad de los casos. El estudio fue publicado Rev Neurol 2018.
abril 12/2018 (neurologia.com)