ago
10
La llegada del verano, las vacaciones y el calor se traduce en un aumento de las personas que hacen deporte en esta época. A pesar de que el ejercicio físico es una actividad saludable, en verano la prevención también es esencial para el bienestar de los deportistas. Por tanto, desde el espacio de responsabilidad social Proyecto+Vida se recomiendan unas medidas para evitar problemas en la salud de todas estas personas.
Evita el deporte en las horas de más calor
Son muchos los deportistas que en verano se ejercitan entre las 12 y las 17 horas del día, por mucho que se superen los 35 grados y la acción del sol sea muy intensa. A esa temperatura la termorregulación natural del cuerpo se desestructura, ya que su funcionamiento no es el adecuado una vez la temperatura exterior alcanza a la interior (unos 37º).
El ejercicio a primera o última hora del día, con menos calor, es clave para seguir disfrutando del deporte. A partir de los 32 grados y con una humedad que supere el 80 %, el cuerpo no consigue evaporar agua a través del sudor y tanto el calor natural del organismo como el absorbido se quedan en el interior, lo cual eleva el riesgo de sufrir algún percance.
Protégete del sol
La protección solar es indispensable para evitar quemaduras y la erosión que se puede generar sobre la piel. Complementos como las gorras ayudan a reducir el alcance del sol en la cabeza y reducen el riesgo de sufrir insolaciones. Las gafas de sol protegen a la vista de la intensa radiación, mientras que la ropa ligera y transpirable, especialmente la de colores claros y que no atraigan la luz y el calor, contribuye a evitar agobios e incomodidades.
Hidratación
La hidratación es esencial para mantener el cuerpo a pleno rendimiento, así que en verano se deben aumentar los dos litros de agua diarios. El calor potencia la pérdida de líquidos, así que lo recomendable es beber a intervalos de 15 o 20 minutos y de forma moderada, ya que las grandes cantidades generan sensación de empacho. La alta sudoración se puede paliar con bebidas isotónicas y ricas en minerales, mientras que la fruta o los zumos aportan azúcares naturales y muy positivos para mantener activos los bloques musculares.
Cuida la alimentación
Las comidas copiosas antes de hacer deporte son mala idea, pues no sientan bien y propician los cortes de digestión. Así, comer alimentos suaves y nutritivos como pasta, proteínas y fruta entre una y dos horas antes del ejercicio es el mejor combustible previo al desgaste del deporte. Por otro lado, tampoco es bueno el deporte sin alimento previo. Carecer de nutrientes incrementa el riesgo de lesión o debilidad multiplicadas por los efectos del calor.
Escucha a tu cuerpo
Cada persona es la mejor conocedora de su cuerpo, cada cual sabe dónde está su límite, cuál es su nivel deportivo y qué fronteras es preferible no rebasar. Por tanto, si en plena sesión de deporte se notan señales como calambres, fatiga, mareos o debilidad lo más adecuado es reducir el ritmo o detenerse. Una opción de deporte refrescante son los ejercicios de agua, como la natación, el aquagym o los cursos en el agua. A su vez, para protegerse del sol y ejercitarse en las horas centrales está el recurso de instalaciones cerradas y refrigeradas.
Deporte con cardioprotección
Para prevenir paros cardíacos en el deporte, es importante que las instalaciones deportivas estén cardioprotegidas. Proyecto+Vida reivindica que disponer de desfibriladores en estas áreas permite que, en caso de incidente cardíaco, la atención sea temprana y se puedan salvar vidas. Para reducir riesgos es clave que las personas se sometan a pruebas médicas, ya que la capacidad física varía si las revisiones detectan irregularidades cardíacas. Prevenir es crucial para el bienestar del corazón en el deporte, especialmente en verano.
agosto 9/2017 (noticiasdelaciencia.com)