Un estudio español en Food Chemistry argumenta la ineficacia del consumo de estos compuestos. Los autores consideran necesario comprender mejor los mecanismos antioxidantes innatos para potenciarlos.

antioxidantes1En los últimos tiempos asistimos a un auténtico boom de mensajes sobre los potenciales beneficios para la salud del consumo de suplementos alimenticios «antioxidantes», como una vía para hacer frente al estrés oxidativo celular inherente al envejecimiento. Sin embargo, se acumulan las evidencias que cuestionan la eficacia real de estos suplementos.

Así lo hace un estudio en Food Chemistry de los investigadores Rafael Franco, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Barcelona, y Eva Martínez Pinilla, profesora en el Departamento de Morfología y Biología Celular de la Universidad de Oviedo. «Aplicando sencillos principios químicos -remarca Franco- podemos decir que el consumo de suplementos antioxidantes sirve para bien poco». Por el contrario, destacan que el objetivo debe ser conocer mejor y potenciar los mecanismos innatos de desintoxicación celular.

En la aproximación conceptual que supone su artículo recuerdan, de entrada, que la vida está basada en la oxidación de glucosa y de lípidos mediante reacciones químicas -de reducción-oxidación, o redox-, para obtener la energía que necesitamos; y que, de acuerdo con principios fisicoquímicos básicos, el potencial antioxidante in vivo de los suplementos alimenticios es insignificante en comparación con el de estas dos principales moléculas antioxidantes en los animales: la glucosa y los ácidos grasos.

«Ellos son los verdaderos compuestos antioxidantes y los tomamos cada día en gran cantidad con los alimentos. Entonces, ¿para qué añadir un gramo de un suplemento antioxidante que va a hacer el mismo efecto? No sirve para nada. Es como utilizar papel secante en el mar». Serían necesarias cantidades ingentes de suplementos para lograr un mínimo efecto significativo. De hecho, las personas consumimos un promedio de 285 litros diarios de oxígeno (de la atmósfera) en reposo, y la ingesta de 1 gramo de vitamina C solo proporciona un «potencial antioxidante» del 0,045 por ciento de la oxidación corporal total.

El estrés oxidativo tiene lugar cuando se da un desequilibrio entre la producción de especies reactivas del oxígeno (ERO) –residuos dañinos del metabolismo celular, como los radicales libres- y la capacidad de neutralizarlas por los mecanismos de desintoxicación celular. Si ese balance es negativo, las membranas y la mitocondria ven alteradas su estructura y función, y la célula acaba muriendo por apoptosis. Es un estado que se ha relacionado con el envejecimiento y con diversas patologías crónicas, como las neurodegenerativas.

Como «teoría propia», Franco sostiene que «ahora pensamos más que hace un millar de años, lo que hace que nuestro cerebro consuma mucho más oxígeno; además, vivimos mucho más. En aquella época el estrés oxidativo de las neuronas debía de estar bien controlado, pero hoy estos dos factores propician el deterioro de los mecanismos de desintoxicación por la sobreproducción de radicales libres, lo que daña a estas células». Esos mecanismos innatos de desintoxicación, antioxidantes, «corrigen la situación de estrés oxidativo» y han sido desarrollados por los mamíferos durante la evolución. Es bien conocido el mecanismo en los glóbulos rojos, basado en el glutatión, un tripéptido que es el principal antioxidante endógeno celular. Sin embargo, los autores reconocen que «estamos lejos de conocer los mecanismos de desintoxicación en el cerebro», que a pesar de su pequeño tamaño supone el 20 por ciento del consumo de oxígeno y de los requerimientos de energía del organismo.

Por ello, recalcan la necesidad de «conocer mejor estos mecanismos innatos, para así poder potenciarlos». Por dos vías: «Aumentando la cantidad de enzimas que participan en estos procesos o ingiriendo precursores –suplementos antioxidantes o no- de estos componentes». En el caso de los eritrocitos se da la paradoja de que el consumo de un alimento oxidante, como las habas, mejora estos mecanismos al incrementar los niveles de glutatión. «En la anemia hemolítica, debido al déficit de un enzima con gran presencia en la mitocondria, la glucosa-6-fosfato deshidrogenasa, este mecanismo está adormecido. Y se ha visto que el consumo de habas supone un estímulo que lo despierta y la desintoxicación vuelve a ser más eficiente», detalla Martínez Pinilla.

Ineficacia en ensayos clínicos

Este objetivo de conocer y «forzar» los mecanismos innatos de antioxidación se antoja ineludible, pues la intervención con suplementos se ha mostrado ineficaz en ensayos. «De entrada, porque el efecto antioxidante de las moléculas determinado in vitro no se corresponde con el que se observa in vivo». No se aprecian efectos beneficiosos para la salud atribuibles a su efecto antioxidante.

En las patologías neurodegenerativas, así se ha registrado en múltiples ensayos en Alzheimer y Parkinson con moléculas antioxidantes como tocoferol, coenzima Q10 o el propio glutatión. La base conceptual de estos estudios es la teoría de los radicales libres, propuesta en la década de 1950 por el investigador estadounidense Denham Harman, que postula que el envejecimiento y las enfermedades asociadas son consecuencia del daño celular inducido por las ERO y la incapacidad de las defensas antioxidantes endógenas para compensarlo.

Para explicar la ineficacia de los suplementos en los ensayos, subrayan que «cualquier antioxidante tomado por boca pierde su efecto antes de llegar al cerebro». Por ello reclaman que en los estudios se analice «qué llega al cerebro y en qué cantidad», ya que “no es lo mismo que penetre el compuesto tal cual u oxidado, o que sea un derivado”. Una determinación que hoy facilita la espectrometría de masas. Por ello, más que por la determinación de parámetros «antioxidantes» in vitro, «la reducción del estrés oxidativo pasa por una mejor caracterización y potenciación de los mecanismos de desintoxicación de las ERO».
julio 31/2017 (diariomedico)

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Antioxidants in Food, Vitamins and Supplements

agosto 1, 2017 | Lic. Heidy Ramírez Vázquez | Filed under: Farmacología, Nutrición | Etiquetas: , |

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