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Un equipo internacional, liderado por investigadores españoles, ha demostrado que el cerebelo puede ser corresponsable de las alteraciones cerebrales asociadas al consumo adictivo de drogas. Las conclusiones se publican en Neuroscience & Biobehavioral Reviews y Journal of Neuroscience y abren una nueva vía hacia el diseño de nuevas terapias para el futuro.
La ciencia ha corroborado que determinadas regiones del cerebro (corteza prefrontal, amígdala, hipocampo y ganglios basales), podían ser relevantes para la adicción. Sin embargo, el cerebelo había sido tradicionalmente excluido de este circuito por considerarse una estructura dedicada exclusivamente al control motor y, en especial, a la coordinación motora. Sin embargo, un equipo internacional liderado por el Grupo de Investigación Adicción y Neuroplasticidad de la Universitat Jaume I de Castellón (UJI), ha demostrado que el cerebelo cumple funciones que van más allá de la esfera motora y puede ser corresponsable de las alteraciones cerebrales asociadas al consumo adictivo de drogas. Las conclusiones, que se muestran en dos revisiones publicadas en Neuroscience & Biobehavioral Reviews y Journal of Neuroscience, abren una nueva vía hacia el diseño de nuevas terapias para el futuro.
Según Marta Miquel, directora del grupo de investigación y profesora del Área de Psicobiología de la UJI, «la adicción es una enfermedad adquirida de los mecanismos cerebrales que almacenan la memoria que luego será usada para predecir el futuro», lo cual implica alteraciones en los mecanismos neuronales de plasticidad que permiten al cerebro almacenar información, regenerarse y recuperarse de posibles trastornos o lesiones. En una persona adicta, lo que se alteran son los mecanismos cerebrales de aprendizaje y memoria que permiten tomar decisiones y llevar a cabo actos de voluntad.
Modificar circuitos cerebelosos
Las drogas adictivas obligan al cerebro a almacenar datos perjudiciales sobre dónde, cuándo y cómo consumir la sustancia y, de hecho, la droga es la información predominante en los cerebros de las personas afectados por la adicción. Las investigaciones revisadas en estos estudios analizan la función del cerebelo en estos procesos de almacenamiento implicados en el trastorno adictivo, teniendo en cuenta que el grupo de Miquel ya había comprobado en estudios anteriores que «el cerebelo responde de una manera muy potente al efecto de la cocaína, hasta tal punto de cambiar los mecanismos de plasticidad». De hecho, modifica de manera estable los circuitos cerebelosos activando mecanismos moleculares y celulares de plasticidad a largo plazo y metaplasticidad, y facilitando la expresión de moléculas inhibitorias que rodean a las zonas de contacto sináptico formando unas redes perineuronales, cuya función más importante es estabilizar las sinapsis.
En 2009, el grupo de Miquel hizo hincapié en que el cerebelo contiene en sus circuitos todas las dianas moleculares requeridas para que las drogas actúen y además, tiene conexiones anatómicas y funcionales con el sistema estriatal-córtico-límbico. Además, es una estructura fundamental en la consolidación y automatización de los repertorios de conducta aprendidos.
febrero 26/2017 (diariomedico.com)