Según un estudio que se publica en Journal of Experimental Medicine, los habitantes de lugares que se encuentran a grandes altitudes producen gran cantidad de glóbulos rojos para mantener la sangre oxigenada.

 

Para entender mejor por qué algunas personas se adaptan bien a la vida en altitudes elevadas mientras que otras no lo hacen, los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California estudiaron los glóbulos rojos de habitantes de los Andes.

El trabajo, que se publica en Journal of Experimental Medicine, revela que los habitantes de una altitud elevada y bajos niveles de oxígeno son propensos al mal de altura y producen cantidades masivas de glóbulos rojos gracias a la sobreproducción de la enzima SENP1.

El mal de altura afecta aproximadamente al 20 por ciento de las personas que viven a elevadas altitudes. La producción de glóbulos rojos adicionales puede ser positiva en ambientes de gran altitud con bajo nivel de oxígeno, ya que ayudan a mantener la sangre oxigenada; sin embargo, demasiados glóbulos rojos espesan la sangre aumentando el riesgo de ataque cardíaco e ictus, incluso en adultos jóvenes.

«Además de mejorar la salud de millones de personas en todo el mundo que viven por encima de los 2438 metros respecto al mar, la información sobre cómo los andinos se han adaptado o no a la vida a una mayor altitud podría enseñarnos cómo acelerar la producción de glóbulos rojos a menores altitudes para casos de anemia o cuando se necesitan con urgencia en transfusiones de sangre», ha apuntado Gabriel Haddad, autor principal del estudio.

Los investigadores expusieron durante tres semanas los glóbulos rojos a condiciones de oxígeno bajas como las que hay en altitudes elevadas. Como resultado, los glóbulos rojos de los donantes sanos, tanto a nivel del mar como a grandes altitudes, aumentaron un poco o nada. Por el contrario, el número de glóbulos rojos de los habitantes de gran altitud, con mal de altura, aumentó 60 veces.

El equipo quería entender por qué las personas de las montañas con mal de altura producen tantas células sanguíneas adicionales en respuesta al bajo nivel de oxígeno. En un estudio anterior, se destacó un gen que varió entre los dos grupos: la proteasa específica de sentrina 1 (SENP1), que aumenta con oxígeno bajo pero solo en personas con enfermedad crónica de montaña, nunca en personas sanas. Este gen codifica la enzima SENP1, que actúa como un regulador de genes con la eliminación de pequeñas proteínas marcadoras de los factores de transcripción, que determinan cuándo ciertos genes se activan o desactivan.

Para dilucidar si SENP1 desempeña un papel importante en la adaptación a gran altitud, los investigadores inhibieron el gen SENP1 en las células madre iPSC de los pacientes con mal de altura. Como resultado, la producción excesiva de glóbulos rojos se redujo en más del 90 por ciento. Por otro lado, cuando los investigadores agregaron SENP1 adicional a las iPSC de las personas sanas, la producción de glóbulos rojos aumentó 30 veces, casi alcanzando la observada en los pacientes con la enfermedad de altura crónica.

«Estamos interesados en determinar cómo el bajo nivel de oxígeno desencadena SENP1. También estamos investigando cómo funcionan los medicamentos existentes contra la enfermedad de la altitud, como la acetazolamida», ha indicado Azad, científico asociado del proyecto.
noviembre 10/2016 (diariomedico.com)

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