Publican los resultados de una inmunización contra la infección, reportándose que ofrece una protección del 90 % en mayores de 70 años

El herpes zóster es una infección desconocida para muchos, pero quienes la han sufrido la recuerdan bien, ya que en sus casos más severos resulta bastante dolorosa.

La enfermedad la produce el virus de la varicela, que queda latente en el cuerpo de las personas que la han pasado. Así, después de pasar años ‘escondido’, como acantonado en el organismo, el virus se reactiva cuando se sufre una bajada de las defensas. La consecuencia más común, explica a este periódico Javier Diez-Domingo, director del área de vacunas del Centro Superior de Investigación en Salud Pública FISABIO (Valencia), «es que se produzca una reacción local sólo en un trocito del cuerpo que normalmente no tiene mayor importancia». Sin embargo, añade, «si la infección se complica, puede ser muy grave».

La temida neuralgia
Una de las secuelas más importantes y frecuentes es la neuralgia pos herpética: «Es cuando después de haber sufrido un herpes, se produce un dolor en los nervios por inflamación», señala Diez-Domingo. «Se trata de un dolor que no se va con analgésicos ni con morfina, es muy muy difícil de tratar, dura entre tres y doce meses y genera unos problemas de calidad de vida enormes», cuenta este experto, que es precisamente uno de los responsables de la última vacuna que se ha presentado contra la enfermedad.

Hace unos días, la prestigiosa revista New England Journal of Medicine (NEJM) publicaba en sus páginas los resultados del ensayo en fase 3 de ‘Shingrix’, el que será el nombre comercial de esta inmunización que espera entrar en el mercado en el plazo de un año o año y medio.

Los resultados de este estudio decisivo, clave para que las agencias regulatorias den su autorización a la vacuna, han sido excelentes: la inmunización ofrece una protección del 89,8 % en personas mayores de 70 años. La edad es clave en esta enfermedad, puesto que tal y como explica Diez-Domingo, cumplir años es uno de los principales factores de riesgo para sufrir esta complicación, ya que «a partir de los 50 es cuando la inmunidad va cayendo, y por tanto, es más frecuente que el virus se reactive a partir de los 70 años».

En realidad, ya existe una inmunización contra el herpes zóster en el mercado. Se trata de la vacuna ‘Zostavax’, comercializada por Merck & Co. Su ventaja respecto a la presentada en el NEJM es que sólo tiene una inyección, en lugar de dos, pero su desventaja es que su eficacia decae con la edad. Así, en la franja de los 50 a los 59 años la efectividad es del 70 %, en los adultos de entre 60 y 69 años del 64 % y en los de 70 a 79 años, del 41 %. A partir de los 80 años, cae hasta un escaso 18%.

Los inmunodeprimidos, grupo clave
Esto no ocurre con la nueva inmunización que en un futuro próximo comercializará GSK. Aunque su eficacia también disminuye según la edad de a quien se le administre, la diferencia es mucho menor: en los adultos de 50 años la eficacia es del 97,9 %, pero en los de 70 años o más también sigue siendo alta (89,8 %). Otro de los aspectos interesantes es que la inmunidad se mantiene en el tiempo: cuatro años después de haber administrado las dos dosis, su efectividad es del 87,9 %.

Pero la clave está en saber si esta nueva inmunización funcionará en las personas inmunodeprimidas. Estos sujetos -como los pacientes con sida o cáncer- son otro de los colectivos diana de esta infección, ya que sus defensas están mucho más bajas que las de la población general, y por eso, sufren el herpes zóster con muchísima más frecuencia. A pesar de esto, no se les puede administrar la vacuna que a día de hoy está ya está comercializada.

«Para ellos, a pesar de ser el grupo más de riesgo, la inyección no está indicada, porque se trata de una vacuna de virus vivos atenuados, es decir, virus que entran vivos en el organismo y allí se replican, produciendo una infección subcutánea. Por lo tanto, no se les puede poner a personas inmunodeprimidas porque hay posibilidades de que se produzca una infección verdadera», explica Diez-Domingo.

Por su parte, la vacuna en la que han trabajado este experto y sus colegas, es de un virus inactivado, es decir, «que se introduce una fracción del virus más un adyuvante [el AS01], esto es, un potenciador de la inmunidad, con lo cual es imposible que produzca la enfermedad porque no replica el virus».

Por el momento, no se sabe si esta nueva vacuna con la que, según estimaciones realizadas por Thomson Reuters Cortellis, GSK se embolsaría unos mil millones de euros en todo el mundo, podrá ser administrada a personas inmunodeprimidas. Ésa sería, además de una mayor eficacia en las personas más mayores, su gran ventaja comparativa respecto a la inmunización actual. «Ahora mismo, se están realizando los estudios para saber si se les podría administrar, habrá que esperar para ver qué resultados hay, pero en principio no tiene por qué no funcionar en ellos», sostiene Diez-Domingo.

La indicación oficial para la vacuna será para todas las personas mayores de 50 años, pero como este grupo es amplísimo, «lo que se está haciendo con la vacuna actual es buscar entre la población mayor los grupos que tienen más riesgo, como las personas con diabetes o con problemas pulmonares», señala este experto. No obstante, Diez-Domingo apunta que el principal problema que tiene esta vacuna -tanto la actual como las que puedan comercializarse en un futuro- «es que la gente conoce muy poco el herpes zóster, y por eso les cuesta vacunarse».

septiembre 27/2016 (mundosalud)

septiembre 28, 2016 | Dra. María Elena Reyes González | Filed under: Dermatología y Venerología, Enfermedades infecciosas, Enfermedades transmisibles | Etiquetas: , |

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