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Un estudio sobre la población infantil de Amish, una región de Estados Unidos en la que todavía se usan caballos para la agricultura y el transporte, muestra que entre aquéllos, la prevalencia de la enfermedad desciende al 5 %.
Un estudio llevado a cabo por científicos en los estados Unidos, publicado en New England Journal of Medicine , ha mostrado que tener cerca animales de granja, como por ejemplo caballos, puede ayudar a prevenir la aparición de asma en los niños.
Esta es la principal conclusión de un trabajo en el que se han analizado a niños de Amish, una región de Estados Unidos en la que todavía se usan caballos para la agricultura y el transporte, y a los de Hutterite, una población que utilizan métodos de cultivo más modernos pero que comparten ascendencia genética similar con los ciudadanos de Amish, además de seguir un parecido estilo de vida.
Así, tras analizar a ambas poblaciones, los investigadores descubrieron que mientras que el 21,3 % de los niños de Hutterite padecía asma, la prevalencia de esta enfermedad descendía hasta el 5 % en Amish.
En concreto, los niños de Amish tenían más neutrófilos, glóbulos blancos cruciales en la lucha contra las infecciones, así como un menor número de células sanguíneas que promueven la inflamación alérgica.
Por ello, los investigadores estadounidenses creen que el sistema inmunitario de los niños había sido reforzado por los microbios de los animales de la granja presentes en el polvo doméstico de los niños de Amish.
Cuanto más cerca, más protección
«Ni los unos ni los otros tienen las casas sucias, sino que ambas estás ordenadas. No obstante, en Amish las granjas están más cerca de las casas y los niños corren descalzados todos los días por dentro y fuera de ellas de ellas», ha argumentado el presidente de Genética Humana de la Universidad de Chicago y coautor del trabajo, Carole Ober.
De hecho, un estudio realizado en 2015 en Suecia, publicado en JAMA Pediatrics, mostró que la exposición a un perro en el primer año de vida está relacionada con un 13 % menos de riesgo de padecer asma, y que vivir en una granja parecía ofrecer una protección aún mayor.