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Un estudio relaciona estos ácidos grasos de pescados, mariscos y plantas con un 10 % menos de riesgo de infartos con resultado de muerte.
Los niveles sanguíneos ácidos grasos omega-3 procedentes de vegetales y mariscos están moderadamente asociados con un menor riesgo de morir de ataques al corazón, según un nuevo estudio epidemiológico, publicado en Archives of Internal Medicine, dirigido por Liana C. del Gobbo, de la División de Medicina Cardiovascular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tufts, en Boston, Estados Unidos, y el autor principal Dariush Mozaffarian, decano de Escuela de Nutrición y Ciencias Políticas de la misma universidad.
Científicos de todo el mundo se unieron para formar el ‘Fatty acids and Outcomes Research Consortium’ (FORCE). Mediante la combinación de resultados de diversos estudios a gran escala que midieron los niveles en sangre o tejidos de ácidos grasos omega-3, evaluaron las relaciones con los episodios de cardiopatía en el tiempo. En cada trabajo, se realizó un nuevo análisis estandarizado a nivel individual y, entonces, los hallazgos se agruparon de manera centralizada en un metanálisis.
Se tuvieron en cuenta un total de 19 estudios en los que participaron 16 países y que incluyeron a 45 637 participantes. De éstos, 7 973 personas desarrollaron un primer ataque al corazón en el tiempo, incluyendo 2 781 muertes y 7 157 infartos de miocardio no mortales.
En general, tanto los omega-3 de los pescados y mariscos, como los de las plantas se asociaron con un 10 % menos de riesgo de ataques cardíacos fatales. Por el contrario, estos biomarcadores de ácidos grasos generalmente no se vincularon con un riesgo de ataques al corazón no fatales, lo que sugiere un mecanismo más específico de beneficios de los omega-3 relacionado con la muerte.
Presente en pescados, pero también en vegetales y semillas
«Estos nuevos resultados, entre ellos muchos de estudios que previamente no habían presentado sus conclusiones, ofrecen el panorama más completo hasta la fecha de cómo los omega-3 pueden influir en las enfermedades del corazón», apunta Del Gobbo, que llevó a cabo este estudio como parte de su trabajo postdoctoral con Mozaffarian. «A través de diversos estudios, los hallazgos también fueron consistentes con la edad, el sexo, la raza, la presencia o ausencia de diabetes, y el uso de aspirina o medicamentos reductores del colesterol», añade.
«En un momento en que algunos pero no otros ensayos de administración de suplementos de aceite de pescado han demostrado beneficios, existe incertidumbre acerca de los efectos cardiovasculares de los omega-3 –explica Mozaffarian–. Nuestros resultados apoyan la importancia del consumo de pescado y ácidos grasos omega-3 como parte de una dieta saludable».
El pescado es la fuente principal de alimento de los ácidos grasos omega-3, incluyendo el ácido eicosapentaenoico (EPA), el ácido docosapentaenoico (DPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA). Según la Base de Datos Nacional de Nutrientes del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, los pescados grasos como el salmón, la trucha, las anchoas, las sardinas y el arenque contienen las cantidades más altas de ácidos grasos omega-3, a pesar de todos los peces poseen algunos niveles.
Además de los ácidos grasos omega-3, el pescado proporciona proteínas específicas, vitamina D, selenio y otros minerales y elementos. El ácido alfa-linolénico (ALA) es el ácido graso omega-3 de origen vegetal presente en las nueces, el aceite de linaza y el aceite de canola y algunas otras semillas y frutos secos y sus aceites.
«La mayoría de los estudios previos de grasas de la dieta se han basado en las estimaciones de la percepción subjetiva de la ingesta –detalla Mozaffarian–. Este nuevo consorcio global ofrece una oportunidad sin precedentes para entender cómo biomarcadores sanguíneos de muchas grasas y ácidos grasos distintos se relacionan con diversos resultados de salud y hay muchas investigaciones adicionales en curso».