Enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, insuficiencia cardiaca tienen un perfil propio de deterioro cognitivo que se diferencia del alzhéimer.

La diabetes, la insuficiencia cardíaca, la enfermedad renal y la hipertensión dan patrones de deterioro cognitivo diferenciados. El paciente no padece la enfermedad de Alzheimer y no debe tratarse de la misma manera. El control de las patologías de base es la mejor estrategia para prevenir el deterioro cognitivo en el paciente crónico complejo, que es, además, un paciente de atención primaria.

En el congreso nacional que acaba de celebrar en La Coruña, la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc) ha dedicado una mesa redonda a aclarar las diferencias entre este trastorno y el Alzheimer, y a dar las pautas correctas de actuación.

«Se trata de un deterioro cognitivo que no llega a ser Alzheimer y no se tiene que tratar como tal. Lo que tenemos que hacer es controlar lo mejor posible las enfermedades que lo provocan», ha concluido María Jesús González Moneo, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria del centro de salud de Sant Martí de Barcelona y miembro del Grupo de Trabajo de Demencias de la Semfyc, que ha moderado la mesa, en la que han participado Olga Vázquez Ibar, coordinadora de Geriatría del Hospital del Mar de Barcelona, y Miguel Ángel Muñoz Pérez, responsable de la Unidad de Apoyo a la Investigación en Atención Primaria de Barcelona.

Medidas no farmacológicas
En declaraciones a Diario Médico, María Jesús González ha explicado que este deterioro cognitivo se diferencia de la enfermedad de Alzheimer por una alteración disejecutiva del lóbulo prefrontal y por menos problemas en la memoria. Según la moderadora, no se ha demostrado que el tratamiento farmacológico para el Alzheimer funcione en estos casos, mientras que algunas personas con insuficiencia cardíaca, por ejemplo, han mejorado tras someterse a una cirugía cardíaca, aunque otras no: «Es un tema controvertido», reconoce, aunque la recomendación es, en cualquier caso, centrarse en las enfermedades crónicas y adoptar medidas no farmacológicas, como fomentar la autonomía del paciente.

La moderadora recuerda que se considera que el control de los factores de riesgo cardiovascular (glucosa, colesterol, tabaco) tiene beneficios también en la prevención del Alzheimer.

El seguimiento estructurado con un plan individualizado resulta clave en el manejo del paciente crónico complejo. Es la táctica adecuada para atender de manera eficaz las necesidades y anticiparse a los problemas que pueden surgir. El modelo de estratificación de riesgos aplicados a la cronicidad elaborado en función al peso de las patologías y al número de ingresos, es el que aplican los médicos de familia de varias comunidades autónomas. En la mesa, Miguel Ángel Muñoz ha propuesto el que agrega factores psicológicos y sociológicos, que se utiliza en algunos países europeos.

Lo que quedó claro en el debate es que el primer nivel asistencial es el ámbito propio de este paciente. No obstante, el abordaje ha de ser multidisciplinar y transversal; El equipo de Atención Primaria debe estar apoyado por las unidades especializadas y profesionales sociosanitarios.
Identificación del paciente frágil

Aproximadamente entre un 10 y un 15 por ciento de las personas mayores de 65 años están en situación de fragilidad, según los datos manejados durante el congreso nacional de Semfyc, que ha prestado especial atención a este tipo de pacientes. Una persona mayor frágil es aquella que, por un menoscabo en su capacidad de resistencia y defensa frente a factores que pueden afectar su salud, tiene mayor riesgo de sufrirlos y repercusiones (hospitalización, caídas, cirugía, inmovilismo, etc.). Es una situación previa que tiene muchas probabilidades de progresar hacia la discapacidad y la dependencia.

Por ello, Semfyc insiste en que estas personas requieren atención prioritaria por parte del médico de familia, que ha de ser activo en identificarlas para retrasar lo más posible la llegada a ese estado de discapacidad y dependencia. «La capacidad de revertir la situación para que no se deterioren es mayor cuanto más precoz es la detección», subraya Iñaki Martín Lesende, miembro del Grupo de Atención al Mayor de la Semfyc.

Además de analizar la pérdida de funcionalidad, hay que tener en cuenta otros factores de riesgo, como la edad avanzada (normalmente a partir de 80 años), si han estado hospitalizados recientemente, si han sufrido caídas, si presentan alteraciones de la movilidad y del equilibrio, si padecen enfermedades de tipo osteoarticular, sensorial, cardiovascular, debilidad muscular o poca fuerza. «En un centro de salud se producen la mayoría de las consultas médicas, por lo que podemos intervenir sobre los factores de riesgo modificables y actuar cuando hay un deterioro funcional incipiente», comenta Martín Lesende.
junio 15/2016 (Diario Médico)

junio 16, 2016 | Lic. Heidy Ramírez Vázquez | Filed under: Problemas de Salud | Etiquetas: , |

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