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Un experimento realizado por un equipo internacional de neurocientíficos publicado en el Current Biology, demuestra por qué las personas pueden ser coaccionadas con facilidad, ya que los resultados revelan que cuando alguien da una orden, quien la recibe se siente menos responsable de sus acciones.
Según los investigadores, en esas situaciones, el cerebro establece una distancia emocional entre nuestros actos y sus consecuencias negativas con el fin de reducir la conexión entre ambos.
Los científicos realizaron dos experimentos con parejas, que desempeñaban los papeles de ‘agente’ y ‘víctima’. En un principio, los agentes decidían libremente qué hacer y más tarde el encargado de dirigir la prueba era quien les decía cómo actuar. En la primera prueba, el agente podía conseguir dinero quitándoselo a su víctima; en la segunda, para tener un beneficio económico, el agente debía dar una descarga eléctrica a su compañero.
Los neurocientíficos estudiaron el ‘sentido de agencia’ de los participantes en los experimentos, es decir, la conciencia de que uno es responsable de las acciones que lleva a cabo y sus consecuencias. El tiempo de percepción entre pulsar un interruptor y encender la luz es pequeño, pero los resultados revelaron que este período era mayor cuando los agentes del experimento actuaban bajo coacción que cuando elegían libremente si infligir o no daño a su compañero.