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Los refugiados tienen tres veces más riesgo de sufrir esquizofrenia u otras psicosis que la población general de Suecia, según un estudio realizado en ese país que publica el «British Medical Journal» («BMJ»).
Asimismo, los refugiados, que suelen huir de conflictos o represión, tienn más riesgo de padecer ese tipo de trastornos.
Se analizaron datos hasta 2011 de 1,3 millones de personas en Suecia -lo que no incluye la reciente ola de inmigrantes llegados a Europa desde Siria o Irak- a fin de calcular la incidencia de enfermedades mentales.
Hasta ahora se sabía que, por su experiencia vital, los refugiados tienen más probabilidad de sufrir depresión y trastorno de estrés postraumático, pero no se habían realizado estudios sobre el riesgo de psicosis.
Los autores centraron su análisis en Suecia porque es el país de altos ingresos que más refugiados per cápita ha recibido, y en 2011 suponían el 12 % de la población inmigrante.
La muestra comprendía ciudadanos nacidos de padres suecos, refugiados e inmigrantes sin estatus de refugiado, procedentes de las principales regiones emisoras: Oriente medio, norte de África, África subsahariana, Asia, Europa del este y Rusia.
Los resultados indicaron que los refugiados asilados en Suecia tenían un 66 % más de probabilidad de desarrollar esquizofrenia u otro trastorno psicótico que los inmigrantes sin estatus de refugiado, y 3,6 veces más que la población sueca.
Los autores hallaron una incidencia de 385 casos por cada millón de personas nacidas en Suecia, 804 por millón de emigrantes no refugiados y 1264 casos por cada millón de refugiados.
«El mayor riesgo en refugiados demuestra que la experiencia vital es un factor significativo en el desarrollo de esquizofrenia y otras psicosis», afirma Anna-Clara Hollander, coautora del estudio.
«Refleja también el impacto que las experiencias traumáticas pueden tener en las enfermedades mentales graves», agrega.
La mayor presencia de trastornos mentales era significativa en los refugiados de todas las procedencias menos en el caso de los del África subsahariana, en los que se detectó una incidencia alta tanto entre los refugiados como entres los inmigrantes, respecto a la población sueca.
Los autores reflexionan que esto puede deberse a que «una gran proporción de inmigrantes subsaharianos habrán sido expuestos a adversidades psicosociales nocivas antes de la inmigración, al margen de su estatus de refugiados».
Otra explicación de la alta incidencia en ambos grupos serían «los factores postinmigración, como la discriminación, el racismo y la exclusión social».
En general, los autores señalan que sus hallazgos confirman la hipótesis de que «el mayor riesgo de psicosis entre los inmigrantes se debe a la mayor frecuencia de su exposición a duras adversidades sociales antes de la migración, incluidos los efectos de la guerra, la violencia y la persecución».
De cara al futuro, recomiendan que «se tengan en cuenta los síntomas tempranos de psicosis en la población refugiada como parte de la respuesta en el apartado de servicios clínicos de salud mental a la actual crisis humanitaria global».
James Kirkbride, de UCL, observa que «en la mayoría de los países, se somete a los refugiados a revisiones médicas, pero la salud mental puede obviarse». «Como todo el mundo, estas personas se beneficiarían de un diagnóstico y un tratamiento tempranos» de su dolencia, añade.
marzo 25/2016 (dpa)
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