Equipo de investigadores del Hospital La Fe, de Valencia, que ha contribuido a la descripción del nuevo síndrome genético ligado al cromosoma X que provoca discapacidad intelectual y malformaciones congénitas graves.

Un estudio realizado por científicos de nueve países, en el que ha participado el grupo acreditado de Investigación Traslacional en Genética del Instituto de Investigación Sanitaria La Fe, de Valencia, documenta y describe un nuevo síndrome genético que afecta tan solo a varones y que provoca discapacidad intelectual y malformaciones congénitas graves

Este síndrome, extremadamente raro y que aún carece de nombre, provoca retraso en el desarrollo y discapacidad intelectual, generalmente graves. Los niños afectados suelen también tener otras manifestaciones características como malformaciones faciales e hipotonía generalizada. El resultado de este trabajo se publica en American Journal of Human Genetics, donde se documentan 14 casos de niños afectados procedentes de 11 familias no emparentadas.

«Informalmente, le llamamos síndrome TAF1, porque es el gen TAF1, localizado en el cromosoma X, el que está mutado en todos los pacientes», según explica el profesor Gholson Lyon, psiquiatra infantil e investigador de genética del Cold Spring Harbor Laboratory, en Estados Unidos. Lyon comenzó a sospechar de la existencia de este nuevo síndrome en el año 2010, cuando llegó a su consulta una familia en Utah con dos hermanos jóvenes gravemente enfermos con síntomas similares.

Ambos chicos sufrían discapacidad intelectual, según explica Lyon, quien también detectó otros síntomas en común, como ciertos rasgos faciales que no estaban descritos en la literatura médica. A partir de estos casos comenzó a investigar y contactó con médicos y genetistas que pudieran haber visto pacientes similares.

Mutación

Tras encontrar una mutación de un solo nucleótido en el gen TAF1 en ambos hermanos, Lyon dio a conocer su hallazgo a través del portal web BioRxiv, donde los científicos pueden comunicar sus resultados antes de publicarlos en revistas científicas con el fin de buscar la colaboración de otros investigadores. En este portal se detalló la mutación del gen TAF1 que sufrían los hermanos de Utah. «Esto resultó ser un paso decisivo, para facilitar la búsqueda de otros pacientes en todo el mundo» según explica Lyon. Así, se contactó con investigadores de Colombia, México, Francia, Alemania, Reino Unido y España -con el Grupo de Investigación Traslacional en Genética del IIS La Fe.

Un aspecto clave, señalan los investigadores de La Fe, «es la gran similitud clínica que presentan todos los pacientes con mutaciones en este gen, a pesar de que en cada familia la mutación concreta es única y diferente al resto. No hay que olvidar que existen muchas causas posibles, ya que hay un gran número de genes que juegan un papel crítico en el desarrollo, y que no todas las variantes genéticas tienen la misma relevancia».

En el estudio no sólo se describen los rasgos característicos del nuevo síndrome, sino que también se ofrece una hipótesis sobre la forma en que se produce. Se ha demostrado que el gen TAF1 se ve afectado en todos los pacientes, 12 de los cuales tienen una mutación en una solo nucleótido y otros dos tienen una copia extra del gen TAF1.

Se sabe que TAF1 codifica la mayor subunidad de un complejo de proteínas llamado TFIID (factor de transcripción 2D). «TAF1 es la subunidad más grande de un factor de transcripción que se une a lo que llamamos el promotor, la secuencia donde se activa cada gen. Mediante investigaciones previas, se sugirió que, cuando TFIID no está colocado correctamente, la maquinaria que genera el mensaje de un gen no consigue la posición correcta. Esto podría interferir con todo el proceso por el cual muchos genes son activados y regulados por la célula».

El trabajo sobre los mecanismos moleculares asociados a mutaciones TAF1 y otros aspectos biológicos del nuevo síndrome continuará. Por ahora, sin embargo, Lyon dice que está contento de haber unido a sus colegas para llegar a un punto «donde somos capaces de informar a las familias sobre lo que está afectando a sus hijos. Es muy duro para los padres saber que ni siquiera existe un nombre para la enfermedad que sufre su hijo».

 enero 16/2016 (Diario Médico)

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