Diversos factores intervienen a la hora de construir la personalidad. Científicos y psiquiatras tienen gran variedad de opiniones acerca del peso de la genética y la educación en este proceso.

Existen muchas teorías sobre la relación entre la genética y la predisposición a los asesinatos. Teniendo en cuenta, además, que influyen otros factores como el entorno o la educación recibida, se hace más difícil distinguir qué procesos o circunstancias específicas intervienen en una persona para que sienta la necesidad de matar. Según Eurostat, España está entre los tres países con menos asesinatos de toda la Unión Europea. Al principio de la lista mundial figuran Honduras, Venezuela, El Salvador y Guatemala.

El pasado septiembre, en el XVIII Congreso Nacional de Psiquiatría, celebrado en Santiago de Compostela, los más de 2 000 psiquiatras reunidos insistieron en la supresión del tópico de asociar los «actos violentos» con «enfermedades mentales», por el daño que se genera a los pacientes y a sus familias, además de a la profesión. El psiquiatra y uno de los organizadores del evento, Francisco Vidal Pardo, recordó que se debe hacer hincapié en la importancia de «desestigmatizar» las psicopatologías, porque una cuarta parte de la población puede verse afectada por alguna de ellas.

Anulación de la libertad

Luis Borrás Roca, psiquiatra y médico forense, ha explicado a Diario Médico que los condicionantes que configuran la personalidad de un asesino van desde el origen social (la pobreza, la marginación, el paro laboral o el fracaso escolar) hasta trastornos y enfermedades mentales que pueden dar lugar a conductas alteradas, en las que algunas veces se actúa con «anulación o atenuación del libre albedrío».

Entre estas enfermedades se encuentran las alteraciones del sentido de la realidad (psicosis), que afectan al conocimiento y la voluntariedad de las acciones. Además, pueden influir los trastornos de personalidad, que hacen que quien los padece tenga anomalías en el lóbulo frontal y en el sistema límbico, dando como resultado la falta de empatía hacia los demás, el egocentrismo, la ausencia de remordimiento, la necesidad constante de estimulación auroral y la impulsividad». Son condicionantes, además, las emociones violentas, llamadas «estados pasionales».

• «Los condicionantes que configuran la personalidad de un asesino van desde el origen social hasta los trastornos mentales que pueden dar lugar a conductas alteradas».

Según Borrás, un ejemplo claro de cómo afectan estos y otros parámetros es el caso de El Arropiero. Manuel Delgado Villegas fue un conocido asesino en serie español. Padecía alteraciones sociales como el maltrato familiar y la ausencia materna, y psicopatológicas como el deterioro cognitivo, psicosis crónica, necrofilia, trastorno antisocial de la personalidad, alcoholismo y trisomía sexual XYY. En un informe para la Audiencia Nacional, Borrás apuntó que el sujeto no era libre, no podía escoger entre matar o no hacerlo y, por tanto, no podía ser juzgado.

En el caso de los tratamientos, para cada caso clínico concreto hay uno específico, que generalmente combina la terapia conductual y la farmacológica. Es imprescindible, para la reinserción total, que el delincuente esté dispuesto. «El problema radica en que muchos psicópatas se niegan a iniciar una terapia porque no aceptan ningún tipo de norma e imposición y además no sienten remordimientos de lo que han hecho», explica Borrás.

Genética y violencia

Sobre la genética y la predisposición a la violencia, Luis Borrás ha explicado que el hombre es un ser bio-psico-social, y que la combinación de estos tres factores es inseparable, actúan conjuntamente, aunque en algunas personas prima más un factor que otro. En Pennsilvania (EEUU), Adrian Raine, experto en psicopatías, sugiere en su libro The Anatomy of Violence, publicado en 2014, que existe la posibilidad de una respuesta genética a los asesinatos. El gen culpable produce una hormona llamada MAO A, que regula los niveles de neurotransmisores involucrados en el control de impulsos. Es decir, que si alguien carece de este gen o tiene una variante baja, está predispuesto a la violencia. Esto no quiere decir que todos los que tengan el gen MAO A sean violentos, ya que influyen otros factores. Según palabras del neurocientífico James Fallon, de la Universidad de Illinois, en una entrevista para BBC Mundo, «si tienes la versión de alto riesgo del gen y te han maltratado en la infancia, las posibilidades de una vida criminal son mucho más altas; sin embargo, si tienes el gen pero no fuiste maltratado, no hay un riesgo elevado. Así que el gen solo por sí mismo no afecta dramáticamente el comportamiento».

Anomalías en el cerebro

Según un estudio de resonancia magnética dirigido por Sheilagh Hodgins y Nigel Blackwood, de la Universidad de Montreal, en Canadá, los delincuentes psicópatas violentos tienen anomalías en las partes del cerebro relacionadas con el aprendizaje. «Uno de cada cinco delincuentes violentos es un psicópata. Tienen mayores tasas de reincidencia y en ellos no funcionan los programas de rehabilitación», explica la profesora Hodgins. «Dado que los crímenes más violentos son cometidos por hombres que muestran problemas de conducta desde una edad temprana, las intervenciones basadas en el aprendizaje cambiarían el comportamiento y reducirían significativamente los delitos violentos».

Terrorismo

La permanente presencia del DAESH en diferentes países puede dar qué pensar sobre el origen de la violencia en estos individuos. A parte de los caracteres explicados anteriormente, influyen ideales religiosos o incluso políticos. Según el Índice global de terrorismo, publicado por el Institut for Economics and Peace, el 82  %  de los atentados ocurridos entre 2000 y 2013 se dieron en cinco países: Irak, Afganistán, Pakistán, Nigeria y Siria. Hubo más de cien países que no sufrieron terrorismo. Según el mismo índice, este tipo de violencia crece donde existe inestabilidad social y en ocasiones política, división étnica y religiosa, violencia y represión. De nuevo la educación es un valor fundamental a la hora de controlar el terrorismo. Grupos como el DAESH se valen de la inestabilidad de la juventud en ciertos países para convencerlos de que la mejor manera de salir de la miseria es unirse a sus filas.

enero 16/ 2016 (Diario Médico)

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