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Un estudio describe las relaciones entre craneología funcional y áreas parietales y establece que a lo largo del desarrollo craneal los lóbulos parietales se ‘mueven’ bajo los huesos de forma independiente.
El investigador Emiliano Bruner, responsable del grupo de Paleoneurología del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), publica en la revista Journal of Anatomy , un estudio sobre las relaciones geométricas entre cráneo y cerebro en humanos adultos, cuyos resultados indican que la correlación entre la extensión de los huesos y de las correspondientes áreas cerebrales es muy baja.
Existe mucha variación de los lóbulos parietales entre individuos, pero esto no influye mucho en los huesos que los protegen. Como explica Bruner, “es como si a lo largo del desarrollo, los lóbulos parietales se ‘movieran’ bajo los huesos de forma independiente”.
Así que, a pesar de existir cierta correlación entre la forma de los lóbulos y de los huesos, como pone de manifiesto la curvatura de la bóveda y las huellas de los surcos cerebrales, sus respectivos confines son más independientes.
Esta escasa correspondencia entre los límites de los lóbulos cerebrales y de los huesos de la bóveda implica que hay que tener cierta cautela cuando se utilizan los rasgos del cráneo para definir las áreas cerebrales.
“Cautela muy a tener en cuenta, por ejemplo en neurocirugía y, sobre todo, en paleoneurología, donde la forma cerebral se tiene que inferir partiendo únicamente del conocimiento de la anatomía de los huesos fósiles”, afirma el investigador.
Este estudio sobre neuroanatomía evolutiva y áreas parietales se ha llevado a cabo gracias a una colaboración con el departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Keio, Japón.